A pesar de que las relaciones entre España y Palestina no hayan sido especialmente estrechas, han tenido una evolución que ha sido producto de unas circunstancias históricas peculiares.
No fue hasta 1955 que España entró a ser parte de la Organización de Naciones Unidas. Por tanto, no participó en la famosa votación del Plan de Partición de Palestina el 29 de noviembre de 1947 como Estado.
No obstante, sí que participó un español en la Comisión de Palestina, para la preparación y ejecución de este plan: el repudiado por el régimen franquista Pablo de Azcárate.
Política exterior de España durante el régimen franquista
La política exterior del régimen franquista priorizaría la búsqueda de nuevos apoyos en América Latina y Oriente Próximo ante el aislamiento internacional que sufría.
Por lo que Alberto Martín Artajo puso en marcha las llamadas “políticas de sustitución”, mediante las que se buscó reparar la situación.
Intento fallido de acercamiento a Israel
Entre estos nuevos socios en Oriente Próximo, Franco encontró una mayor afinidad con las monarquías conservadoras musulmanas.
Pero, el establecimiento de relaciones con Israel se veía como un camino para reconciliarse con EEUU, por lo que se produjeron diversas iniciativas en esta dirección.
No obstante, estos esfuerzos fracasaron.
Por parte de Israel se mantuvo un rechazo constante al régimen franquista por sus vinculaciones históricas con la Alemania nazi y sus nuevos amigos en Oriente Próximo, que eran a la vez adversarios directos de Israel.
Por otro lado, el antisemitismo franquista, las afinidades socialistas de los líderes sionistas y el asesinato de un cónsul español en Jerusalén a manos de un grupo terrorista sionista eran factores que dificultaron las relaciones entre España e Israel desde el establecimiento de este último, y no ayudaron en este primer esfuerzo de acercamiento.
Las relaciones entre España e Israel se mantuvieron distantes, aunque con acercamientos puntuales, mientras se estrechaban relaciones con los Estados del mundo árabe, siendo estos instrumentales en la entrada de España en la ONU, desde donde apoyó en repetidas ocasiones la causa palestina.
Dinámica en la transición democrática de España
Esta dinámica no cambiaría transcendentalmente con la transición democrática de España.
Inicialmente se mantuvo una política exterior continuista por temor a represalias por parte del mundo árabe; aunque la posición española fue transicionando a una mayor neutralidad debido a la presión internacional.
Periodo de Adolfo Suárez
El gobierno de Adolfo Suárez se pronunció a favor de la retirada de Israel de los territorios palestinos ocupados y fue el primer gobierno occidental en recibir al presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
Etapa de Felipe González
Finalmente, bajo el gobierno de Felipe González, se llegó al establecimiento de plenas relaciones diplomáticas con Israel, con vistas a trabajar como mediador en el conflicto palestino israelí.
Objetivo que culminaría en la Conferencia de Paz de Madrid de 1991, patrocinada por EEUU y la URSS, que nunca llegaría a una resolución firmada por ambas partes.
Neutralidad y tendencia actual
Desde entonces, se ha mantenido una política de neutralidad, que trata de conciliar unas relaciones diplomáticas cordiales con Israel con un apoyo moderado a la causa palestina y a la solución de los dos estados.
Siendo la derecha española, en línea con sus posiciones atlantistas, la que ha fomentado estrechar las relaciones con Israel mientras que la izquierda, en línea con posiciones más alejadas del atlantismo, ha fomentado estrechar relaciones con Palestina, sin romper esencialmente con el status quo. Hasta el gobierno de Pedro Sánchez.
La nueva política palestina
Reconocimiento del Estado Palestino
La política exterior de España hacia Palestina ha dado un giro significativo bajo la presidencia de Pedro Sánchez.
En un momento de gran tensión internacional provocado por la Guerra Israel-Gaza iniciada el 7 de octubre de 2023, el gobierno español ha manifestado su intención de reconocer oficialmente al Estado de Palestina y apoyar su membresía plena en la ONU, sumándose a los 9 países de la UE que ya reconocen a Palestina como Estado
Contexto
Para comprender estas motivaciones hemos de entender el contexto.
La Guerra de Gaza ha provocado una catástrofe humanitaria de grandes dimensiones que ha generado una gran controversia internacional.
Incluso los principales aliados de Israel han adoptado una actitud de cada vez mayor reproche por violar el derecho internacional.
Esto, además, se enmarca en una creciente polarización en las democracias occidentales, que ha provocado grandes protestas en contra de Israel y gran oposición a estas protestas por parte de los distintos sectores de los parlamentos nacionales.
Estos factores son fundamentales y forman una parte importante de los discursos de los medios de comunicación.
Impacto de esta guerra en el consenso internacional respecto de la resolución del conflicto palestino-israelí consistente en la solución de dos estados
No obstante, por encima de la protección de los civiles, el respeto al derecho internacional y el rédito electoral, debemos comprender el impacto de esta guerra en el consenso internacional respecto de la resolución del conflicto palestino-israelí consistente en la solución de dos estados.
Desde la resolución 181 de la ONU en 1948, la división del territorio hoy ocupado por Israel, Gaza y Cisjordania en dos Estados, uno judío-israelí y otro árabe-palestino, se ha contemplado como la principal resolución al conflicto entre palestinos e israelíes.
Incremento de israelíes en territorio palestino
La viabilidad de esta propuesta es cada vez menor.
Desde 1967, cuando se produce la ocupación de diversos territorios palestinos, egipcios y sirios durante la Guerra de los Seis Días, comienza el asentamiento de colonos israelíes en estas zonas que, internacionalmente, son reconocidas como ocupaciones militares ilegales de Israel.
A pesar de la retirada de algunos territorios en 1981 (la península del Sinaí) y en 2005 (la franja de Gaza), los asentamientos en Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán han pasado de tener una población de 160.000 israelíes en 1991 (en este periodo, incluiríamos asentamientos en la franja de Gaza) a ser el hogar de unos 517.000 israelíes en 2024.
Este tipo de asentamientos, promovidos desde Tel Aviv mediante incentivos fiscales para establecerse en ellos, ponen en jaque la solución de dos estados al romper con la integridad territorial y demográfica palestina, de una forma similar al método usado por Marruecos para asimilar el Sáhara Occidental en su territorio.
Estos territorios son cada vez el hogar de más israelíes, de tal forma que las fronteras tradicionalmente propuestas para la solución de dos estados, no obedecerían a la división entre comunidades religiosas y étnicas en dos Estados cohesionados internamente.
Estos asentamientos israelíes se suman a la ocupación militar de gran parte de la Franja de Gaza por parte de Israel que estamos presenciando en el Conflicto de Gaza: la mayor parte de Palestina está bajo ocupación israelí.1
Dificultad de un futuro estado israelí y un futuro estado palestino coexistiendo pacíficamente
Esta es una situación que parece que continuará en el futuro.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sigue rechazando el reconocimiento de Palestina como Estado y ha afirmado que Israel mantendrá “el control de la seguridad” en Gaza al finalizar la guerra.
Además, Netanyahu logró que la Knéset (el Parlamento de Israel) aprobara por amplia mayoría la decisión de rechazar cualquier intento externo de imponer a Israel la creación de un Estado palestino.
Esto, sumado a la robustez y capacidad de las fuerzas armadas israelíes, la nula legitimidad internacional del gobierno islamista radical de Hamás y la ausencia de aliados estrechos de Palestina, dificulta en gran medida que veamos un futuro estado israelí y un futuro estado palestino coexistiendo pacíficamente.
Desequilibrio de poder militar
Como podemos ver, parte de estos problemas que imposibilitan la resolución del conflicto parten de un completo desequilibrio entre el poder militar, político y diplomático de Israel y de Palestina junto con unos gobernantes que deciden aprovechar ese desequilibrio a su favor para alcanzar sus objetivos geopolíticos.
El amplio reconocimiento internacional del Estado palestino tendría como consecuencia una mayor equiparación en el plano diplomático.
Una mayor legitimidad en sus reivindicaciones, reflejaría un importante compromiso de la comunidad internacional con la supervivencia de un Estado palestino y una mayor capacidad de este para denunciar los abusos del derecho internacional en la misma capacidad que Israel.
Reconocimiento del Estado palestino
A pesar de esto, el reconocimiento del Estado palestino es ya amplio: 136 países ya lo reconocen y ya se han producido varias votaciones en la Asamblea General de la ONU respecto de la membresía de Palestina en la organización en las que el voto a favor ha recabado las mayorías necesarias.
Aunque no debemos olvidar los 5 Miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU con derecho a veto, entre los que se encuentra EEUU, quien ha bloqueado cualquier tipo de iniciativa que pase por la membresía de Palestina en la ONU.
Posición del Gobierno español
La iniciativa del gobierno español sigue los objetivos que aquí hemos detallado.
No obstante, el que esta cumpla el objetivo último de permitir la adhesión de Palestina a la ONU como Estado miembro, es algo completamente fuera de las manos de Pedro Sánchez.
Los viajes emprendidos por el presidente español a distintos Estados Miembros de la UE con posiciones similares van enmarcados en esta línea.
La única esperanza por parte de los europeos que favorecen el reconocimiento de palestina es conseguir ejercer suficiente presión sobre EEUU como para lograr que este levante el veto respecto de la membresía de Palestina en la ONU.
El impacto en España
A pesar de que el reconocimiento español de Palestina tenga como objetivo fomentar la estabilidad de Oriente Próximo mediante la paz entre Israel y Palestina, en el mundo globalizado todo tiene grandes impactos.
Impacto de esta iniciativa
Por un lado, hemos de mencionar el impacto de esta iniciativa en relaciones entre España e Israel.
Para Israel, la equiparación de su estatus con el de Palestina en la arena internacional es vista como una derrota diplomática.
La medida podría ser interpretada como una deslegitimación de los asentamientos israelíes y del control sobre Cisjordania, a los que el gobierno de Tel Aviv no está dispuesto a renunciar.
Desde el gobierno nacionalista de Netanyahu, el reconocimiento de palestina es percibido como una amenaza que, si bien no es de importancia significativa por sí misma, forma parte de una tendencia fundamentalmente contraria a sus pretensiones territoriales sobre Cisjordania y Gaza, en un contexto en los que la comunidad internacional es cada vez más crítica respecto de sus acciones.
Debido a esto, Israel tiene fuertes incentivos para desincentivar este tipo de iniciativas, con lo que una vez se lleve a cabo podemos esperar algún tipo de represalias por su parte.
Del mismo modo y de forma directamente contraria, podemos esperar un mayor acercamiento de España con los estados árabes que apoyan de forma más expresa la causa palestina, de forma similar a la forma en la que España estrechó sus relaciones con los estados musulmanes de Oriente Próximo durante su aislamiento internacional tras la 2ª Guerra Mundial.
Interlocutor en negociaciones de paz
Por otro lado, la situación puede brindar a España la oportunidad de volver a desempeñar un papel como un interlocutor clave en las negociaciones de paz en Oriente Medio.
España tiene un historial notable de participación en iniciativas de paz en Oriente Medio, destacándose su rol en la Conferencia de Paz de Madrid en 1991.
Este precedente histórico le otorga una credibilidad considerable como mediador. La conferencia fue uno de los primeros intentos serios de establecer una paz duradera entre árabes e israelíes, y la participación de España dejó una huella diplomática positiva.1
Relaciones diplomáticas equilibradas
Históricamente, España ha mantenido relaciones diplomáticas equilibradas tanto con Israel como con los países árabes, el tradicional apoyo a la causa Árabe se ha visto muy matizado por las buenas relaciones con Israel desde el establecimiento de plenas relaciones diplomáticas.
Esta postura de equilibrio le permite actuar como un mediador neutral, un balance que es crucial para cualquier interlocutor que busque mediar en conflictos internacionales.
Papel de la Unión Europea
Además, España, principalmente como miembro de la UE, ha apoyado consistentemente el multilateralismo y el respeto a las resoluciones internacionales.
Estos apoyos refuerzan su posición como un actor confiable en la arena internacional, capaz de impulsar y apoyar iniciativas de paz respaldadas por la comunidad internacional, a pesar de no haber creado grandes iniciativas multilaterales, más allá del ambicioso pero limitado proyecto de “Alianza de las civilizaciones” en la ONU, España si ha sido un miembro activo de muchas de ellas.
Como una de las principales economías de la Unión Europea, España tiene la capacidad de influir en la política exterior de la UE hacia Palestina.
El respaldo de la UE es crucial para cualquier esfuerzo de paz, al ser una estructura fundamental en la promoción del orden internacional basado en reglas, el respeto al derecho internacional y al multilateralismo.
Conclusión
La decisión del gobierno de Pedro Sánchez de reconocer al Estado de Palestina y apoyar su membresía en la ONU representa un cambio significativo en la política exterior española, con consecuencias que van más allá del ámbito diplomático inmediato.
Este movimiento refuerza el compromiso de España con la paz y la estabilidad en Oriente Próximo, alineándose con los principios de multilateralismo y respeto al derecho internacional.
España, con su historial de mediación y su capacidad para mantener relaciones equilibradas tanto con Israel como con los países árabes, se posiciona como un interlocutor clave en las negociaciones de paz.
Este posicionamiento puede incrementar la influencia diplomática de España a nivel global, permitiendo al país jugar un papel más activo en la resolución de otros conflictos internacionales.
Además, al apoyar de manera más decidida la causa palestina, España podría fortalecer sus relaciones con los Estados árabes y musulmanes, consolidando su presencia en una región de importancia estratégica.
Sin embargo, esta política no está exenta de riesgos.
El reconocimiento de Palestina podría tensar las relaciones con Israel, que percibe tales movimientos como una amenaza a sus intereses territoriales y de seguridad.
Las posibles represalias por parte de Israel podrían manifestarse en diversas formas, desde la reducción de la cooperación económica y tecnológica hasta la presión política en foros internacionales.
En el ámbito doméstico, un éxito en la política exterior podría reforzar la posición de España, proyectando una imagen de liderazgo internacional y compromiso con la justicia global.
Sin embargo, la capacidad de España para influir en el escenario global es limitada, siendo imprescindible el apoyo por parte de EEUU para que este reconocimiento se produzca.
¡Hola! Soy jurista e internacionalista, semifinalista de la XIII Liga de Debate San Francisco Javier, aficionado al debate, la fotografía, los cubos de rubik, los mapas y la historia. De Marbella pero viviendo en Córdoba.