El galardón de la gobernanza exterior europea
Doce años después de ser premiado con el Nobel de la Paz en 1975, Andrei Sájarov daba su aprobación para que el Parlamento Europeo usase su nombre en un nuevo galardón que desde entonces laurea anualmente la libertad de conciencia en el mundo. Sájarov, padre de la bomba de hidrógeno de la URSS, se había convertido en uno de los principales críticos del régimen soviético, que le había desterrado al ostracismo impidiéndole, de hecho, viajar a Suecia para recoger el Nobel.
Este año se cumplen 100 de su nacimiento y 33 desde que el Parlamento Europeo comenzase a otorgar el Premio Sájarov, un ejemplo del activo compromiso de la institución con los derechos humanos (en 2011 recibía el Nobel de la Paz y en 2017, el Princesa de Asturias de la Concordia) y un instrumento para ampliar sus competencias en la política exterior europea. Los derechos humanos – sean instrumentalizados o no – conforman una parte fundamental de la acción interna y externa de la Unión, y no solo para sus mandatarios. En el pasado Eurobarómetro, más del 80% de los europeos apoyaban condicionar los fondos de la Unión a Estados miembros al cumplimiento de los principios democráticos y del Estado de Derecho; este porcentaje ascendía al 85% cuando se les preguntaba sobre si los derechos humanos han de ser o no una prioridad en sus relaciones exteriores.
Desde 1988 – cuando se entregó el Premio a Nelson Mandela y, póstumamente, a Anatoli Marchenko – el Parlamento ha premiado a activistas de distintas causas (Malala, en 2013, por ejemplo), opositores políticos (Guillermo Fariñas, 2010), periodistas (Salima Ghezali, 1997), entre otros, e incluso cineastas (Oleg Sentsov, 2018) y madres (Madres de la Plaza de Mayo, 1992). Además de los 50.000 euros que conlleva el Premio, los galardonados entran a formar parte de la Red del Premio Sájarov, una plataforma para ayudar a la consecución efectiva de sus objetivos y no quedarse así en un mero reconocimiento de sus esfuerzos.
Si bien el Premio Sájarov no tiene una demarcación geográfica concreta, siempre se ha entregado a actores de fuera de la Unión Europea, a excepción de la organización española contra la violencia armada y política en el País Vasco ¡Basta Ya! en 2000. El Consejo de Europa, en cambio, creó en 2009 el Premio Václav Havel (defensor de los derechos humanos en Checoslovaquia, país del que sería presidente en 1989), un premio entregado únicamente a ciudadanos de los Estados miembros. El Premio Sájarov es, por lo tanto, en esencia un instrumento de la política exterior europea.
El compromiso europeo con los derechos humanos tiene también su dimensión práctica. Los esfuerzos de la Unión en política exterior van encaminados a la conformación de un orden internacional de estructuras políticas, económicas, sociales, acordes a su cosmovisión.[1] Una “difusión”[2] de sus valores con la intención de institucionalizar una gobernanza externa[3] basada en el smart power[4]; lo que se ha definido como un “pragmatismo con principios”, o lo que es lo mismo, una diplomacia con objetivos realistas fundamentada, por otra parte, en unos valores que constituyen el acervo ideológico de la UE (igualdad, justicia social, democracia, respeto, …).
El Premio Sájarov ilustra esta realidad. Es un galardón bienintencionado en pro de la defensa de los derechos humanos, aunque igualmente tiene una implicación diplomática en la medida en que pone el foco sobre una cuestión determinada que afecta a la política exterior europea.
Los premios pueden ser vistos como una forma de ejercer el poder, y más en el caso de la UE, que tiene la pretensión de posicionarse como un poder normativo internacional[5]. Concretándolo al Premio Sájarov, su entrega otorga valor a una causa concreta, es decir, el Parlamento Europeo decide finalmente qué es susceptible de ser reconocido como un mérito. En términos de Bourdieu, el Parlamento actúa como un “banco central de crédito simbólico”, poniendo el énfasis, dando crédito, en aquello que considera necesario; como reconocen Foret y Calligaro, investigadores del instituto de estudios europeos Cevipol en Bruselas, “mediante la entrega de premios, una institución se atribuye el derecho de consagrar valor social, político y cultural. Es una puesta en escena para declarar públicamente lo que merece la pena”.[6]Además, la entrega del Premio acentúa la centralidad de la institución en el ámbito de los derechos humanos. A pesar de todo, no deja de ser cierto que el galardón ayuda a concienciar sobre situaciones trágicas y puede tener un papel fundamental en la protección de los implicados y la resolución del problema.
Galardonados del Premio Sájarov por país
Fijándonos en la distribución de los galardonados, gran parte se concentran en el vecindario europeo; Magreb, Oriente Medio, Europa del Este. Además, da la sensación de que la inmensa mayoría de casos se refieren a países no occidentales y del sur. Podría hablarse de un sesgo que es el reflejo del empleo del Premio Sájarov como un instrumento de política exterior, como una forma de dar crédito y poner el foco sobre aquellas cuestiones de interés para la Unión.
El año pasado fue galardonada la oposición bielorrusa y en 2018 el cineasta ucraniano Oleg Sentsov, unos posicionamientos claros de la Unión frente a dos problemas políticos nacionales que obviamente mantienen una relación tensa con Rusia. Es llamativa la falta de premiados en países occidentales, a pesar de que en materia de derechos humanos nadie está exento de críticas.
Este mes de octubre se anunciará a la persona (o personas) agraciadas. El pasado 27 de septiembre, las distintas familias parlamentarias presentaron sus nominaciones (también pueden hacerlo parlamentarios a título individual). Posteriormente, los Comités de Asuntos Exteriores y Desarrollo, junto con el Subcomité de Derechos Humanos, deciden los tres finalistas, de entre los que sale el ganador de la decisión de la Conferencia de Presidentes (el del PE y los portavoces de los diferentes partidos).
El Partido Popular Europeo (PPE) y Renew Europe nominaron este año a Alexei Navalny – cuya potencial victoria tendría una significancia política obvia respecto a las relaciones con Rusia; el Partido Socialdemócrata (S&D) y los Verdes (EGP/EFA), a las mujeres afganas – representadas por once defensoras de derechos humanos, reporteras, empresarias y políticas; los Conservadores y Reformistas (ECR) a Jeanine Áñez; la saharawi Sultana Khaya ha sido nominada por Izquierda Unitaria – días antes de que la justicia europea tumbase los acuerdos comerciales con Marruecos por iniciativa del Frente Polisario –, y Global Witness – ONG británica centrada en la defensa del medioambiente – por Marie Toussaint (EGP/EFA) y otros 42 parlamentarios.
Puede comprobarse cómo cada partido propone a quien considera meritorio de su consideración, esto es, de acuerdo a su ideología, inevitablemente. No sorprende que sea ECR quien nomine a Áñez, ni que una parlamentaria de los Verdes dé su voto a favor de una ONG medioambiental, o que sea la izquierda la que proponga una nominación que levanta ampollas en Marruecos. Además, parece que las dos grandes familias (PPE y S&D) abordan nominaciones de temas de gran actualidad, quizás porque implican compromisos más claros con cuestiones de importancia para la política exterior europea.
El compromiso del Parlamento Europeo con los derechos humanos no es nimio ni etéreo y juega un papel clave en la protección de activistas y la resolución de conflictos. No obstante, este análisis ha querido señalar cómo la entrega del Premio Sájarov tiene igualmente unos condicionantes políticos, casi inevitables, que le hacen ser un instrumento de gobernanza exterior evidente. El Premio Sájarov finalmente es el reflejo del funcionamiento de la política exterior europea.
[1] Keukeleire, S. y Delreux, T., 2014. The foreign Policy of the European Union, Hampshire, Palgrave Macmillan.
[2] Börzel, T. y Risse, T., 2012. “From Europeanisation to diffusion”, West European Politics, 35(1).
[3] Lavenex, S. y Schimmelfennig, F., 2009. “Special issue: European Union external governance”, Journal of European Public Policy, 16(6).
[4] Davis, M., 2016. “The EU Global Strategy and diplomacy”, Contemporary Security Policy, 37(3).
[5] Manners, I., 2015. “The European Union in Global Politics: Normative Power and Longitudinal Interpretation”, en K. Lynggaard, I, Manners & K. Löfgren, ed., Research Methods in European Union Studies, Londres, Palgrave Macmillan.
[6] Foret, F. y Calligaro, O., 2018. “Governing by prizes: how the European Union uses symbolic distinctions in its search for legitimacy”, Journal of European Public Policy, 26(9).
[7] Parlamento Europeo, 2021. Sakharov Prize. Laureates [en línea]. Disponible en: https://www.europarl.europa.eu/sakharovprize/en/laureates/around-the-world.
Juan de Beas es graduado en Relaciones Internacionales, especializado en análisis económico y comercio. Su interés se centra en el ámbito europeo, su política exterior y las relaciones con los países vecinos, especialmente el Este de Europa.