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Relaciones Estados Unidos – Japón

Relaciones Estados Unidos – Japón

Tras el destierro del ultranacionalismo japonés y de vuelta a sus fronteras originales (las que poseía en 1895), EEUU decidió, en lugar de tratarlo como un súbdito, hacer de él un poderoso aliado ante el peligro que suponía la presencia soviética en la región.

Pese a todo, la alianza entre Japón y EEUU ha ido variando a lo largo de los años, de la misma forma que ha variado el sistema internacional.

Para comprender el contexto de alianza de estos países es importante explicar, antes, qué es el sistema de San Francisco, contextualizando la política militar japonesa desde el fin de la II Guerra Mundial.

Tras la derrota del país en 1945, se establece una nueva Constitución (1947) cuyos principios fundamentales recaían en el pacifismo, como se puede ver en su artículo 9Aspirando sinceramente a una paz internacional basada en la justicia y el orden, el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución de disputas internacionales. Con el objeto de llevar a cabo el deseo expresado en el párrafo precedente, no se mantendrán en lo sucesivo fuerzas de tierra, mar o aire como tampoco otro potencial bélico. El derecho de beligerancia del Estado no será reconocido.

Es decir, Japón tendría que depender de otro actor internacional para su propia defensa: EEUU.

Otra de las consecuencias de la II Guerra Mundial fue la cesión de territorios conquistados por el país del sol naciente desde 1914, fecha en la que comenzó la I Guerra Mundial.

Esto se incluye en el Tratado de San Francisco, constituido a fecha de 1951 y que precede a la Conferencia del Cairo. Para su elaboración participaron 49 países, además, del propio Japón.

Lo más destacable del mismo, además de la cesión de territorios, es el hecho de que se obligase al país a mantener relaciones amistosas y mercantiles con los Estados que así lo deseasen.

El caso estadounidense es el más llamativo, ya que el país pasó de tener estatus de vencido a estatus de aliado, hecho ratificado por el Tratado de Cooperación y Seguridad Mutua entre Estados Unidos y Japón junto con la Doctrina Yoshida, que daba cierto margen de seguridad a Japón.

EEUU se mantuvo como socio principal de Japón y quedó a cargo de su política militar, debido a la actitud pacifista japonesa.

Esto le permitió establecer bases por todo el país y garantizar la presencia norteamericana en el lejano Oriente, donde el triunfo de la revolución comunista en China y la guerra de Corea ponían en peligro el orden internacional liberal.

Ver: Estados Unidos y Japón: más que aliados

En el año 1957 Japón, pese a su posición pacifista promulgó una política que garantizaba un mínimo de seguridad en defensa propia, la Política Básica de Defensa Nacional (debido a la Doctrina Nixon que exigía a Japón encargarse de su propia defensa en mayor medida), donde se especificaban ciertas condiciones para el uso de la fuerza, como que las fuerzas de autodefensa eran puramente defensivas o que impondría límites al desarrollo de sus capacidades militares.

Con esto, intentaba en cierto modo colaborar con las fuerzas norteamericanas durante la Guerra Fría, además de intentar no depender al máximo de las fuerzas militares de un país extranjero.

La política exterior norteamericana en Asia-Pacífico giró en torno a Japón durante todo este periodo, hasta que en los años 90 comenzó a centrar sus fuerzas en Oriente Medio.

Para Japón no resultó positivo al suponer no estar protegidos ante una China emergente como potencia no solo económica, sino también militar, y una Corea del Norte la cual empezaba a experimentar con armas atómicas.

Sistema de San Francisco

Por lo tanto, es importante resumir el llamado “Sistema de San Francisco”.

Este se basaba en un completo apoyo militar a Japón, a cambio de mantener la presencia norteamericana en territorios potencialmente soviéticos (claros ejemplos son China, Corea del Norte o Vietnam).

Diferencia con el Tratado Transatlántico

La diferencia de este tratado con el Tratado Transatlántico Norte es clara: el Tratado de San Francisco fue un tratado que establecía las sanciones a Japón por haber perdido la guerra, al mismo tiempo que sembraba la semilla para establecer la futura alianza estadounidense-japonesa.

En cambio, el Tratado que daría origen a la OTAN se estableció para defenderse de manera conjunta de los posibles ataques por parte de la URSS y sus aliados.

Era, al igual que los acuerdos con Japón (aunque para llegar a estos se procediese de manera totalmente distinta), una forma de aliarse en contra del enemigo, en contra del comunismo.

Presencia de EEUU en la región

Es indiscutible que la presencia de EEUU en la región ha sido importante para la relación entre Japón y muchos países de su entorno, como es el caso de Corea del Sur.

En primer lugar, hay que conocer la historia de Japón y Corea (antes de su separación en dos Estados independientes).

Japón conquistó el país a principios del siglo XX debido a su política expansionista, del mismo modo que también conquistó Filipinas y una parte de China (la isla de la Formosa y adyacentes y la parte sur de la provincia de Fengtian).

Por ello, con la firma del Tratado de San Francisco, Japón vuelve a sus límites antes de 1895 (año en que se anexionó las zonas chinas citadas), con lo que Corea recupera su independencia.

Estos años de dominio japonés estuvieron repletos de atrocidades. Se estima que entre 50.000 y 200.000 mujeres coreanas fueron utilizadas como ianfu (un eufemismo para denominar a las esclavas sexuales)

Por estos motivos el repudio hacia Japón, por parte de Corea, está aún latente.

Hecho que ha aprovechado EEUU para instituirse como mediador entre estos dos países.

De nuevo, una forma de garantizar su permanencia en Asia-pacífico. Gracias a la labor de este país como intermediario entre dos viejos enemigos se han evitado conflictos y dilemas de seguridad entre ellos.

Además, la tarea disuasoria norteamericana ha servido para controlar el aumento militar chino, el cual, por el momento, no ha sido justificado.

Por eso, Japón (y también Corea del Sur, aunque en menor medida) utiliza las bases americanas con tecnología militar de primera para neutralizar las posibles amenazas del gigante asiático.

Pese a todo, en los últimos años de la URSS, EEUU comenzó a cambiar su foco en el plano internacional, dándole algo más de importancia a Oriente Medio.

Este hecho puso en evidencia la alianza nipona, ya que al no tener el pleno apoyo estadounidense se veían vulnerables ante las amenazas de la zona que, pese a la desintegración de la URSS, no habían desaparecido.

Este hecho llevó al primer ministro Abe a hacer revisiones y reinterpretaciones de la Constitución para poder aumentar su armamento y poderío militar, siempre bajo la idea de que fuese en defensa propia y con condiciones muy estrictas para su uso.

Esta reforma permitió a Japón participar en misiones de paz internacionales y en guerras como la del Golfo, aunque muchos criticaron y acusaron la presencia japonesa en esta zona de ser mera diplomacia.

Tras este conflicto el primer ministro Yasuhiro Nakasone aprueba la Ley de Cooperación para las Operaciones de Mantenimiento de la Paz Internacional, por la que Japón podía participar en conflictos internacionales bajo la bandera de Naciones Unidas, y siempre con el concepto de mantener la paz en la región.

Cambio en la Seguridad Internacional

En los inicios del siglo XXI, Japón ve un nuevo cambio en la Seguridad Internacional.

La amenaza terrorista norteamericana y la conocida como Guerra del terror hacen que Estados Unidos decida enfocar su poderío militar en Oriente Medio, participando en conflictos como la guerra de Iraq (que ellos mismo crearon).

Es en este momento cuando Japón decide participar en el conflicto como país y no bajo la bandera de la ONU

Hecho inédito en la historia reciente japonesa, ya que no había sucedido desde su derrota en la Segunda Guerra Mundial; por lo que esta decisión recibe muchas críticas nacionales e internacionales.

Ver: Cuál es realmente el poderío y la influencia militar de Japón

Por último, pasaremos a realizar un breve análisis de las relaciones entre Japón y EEUU en la conocida como “era Trump”. Y es que D.

Trump ha sido un torbellino en la política del país de la “libertad”, revolucionando todos los aspectos “normalizados” hasta la fecha.

¿El atentado a Trump afecta al comercio internacional?

Un ejemplo que nos ocupa es el de su salida de las negociaciones del TPP (Trans-Pacific Partnership), que buscaban establecer acuerdos comerciales ante la amenaza de una China cada vez más poderosa.

Esta alianza comercial surgió en la era de Obama y buscaba restablecer la presencia de EEUU en Asia-pacífico, pero con la llegada de Trump al poder y su política de “America first”, las relaciones con Japón y Corea del Sur se fueron deteriorando.

Pese a todo, el primer ministro Abe buscó la forma de ganarse la confianza del propio Donald Trump, para así intentar reconducirlo a las negociaciones de la era Obama (The Diplomat, 2019).

Los intereses de EEUU en la zona siguen siendo fuertes, más ahora que China ha sobrepasado a EEUU como potencia económica.

Si en la época anterior a la guerra del terror el interés por preservar su hegemonía era grande, en la actualidad debe serlo aún más, sobre todo teniendo en cuenta la política exterior japonesa, que parece que busca hacer de Japón el hegemón de la región, desligándose poco a poco de la influencia estadounidense.

Japón se debate desde hace años en dos posturas opuestas: continuar con su principio de pacifismo expuesto en la constitución o apoyar, en mayor o menor medida, el desarrollo nuclear, eso sí, desde un punto de vista de “autodefensa”.

Es importante recordar que Corea del Norte en los últimos años ha estado probando armamento nuclear muy cerca de las costas japonesas.

Para concluir, cabe destacar que hoy, Japón está a punto de normalizar su fuerza militar.

Si bien hay algunas características políticas (el pacifismo de la sociedad nipona) y legales (el artículo 9 de la Constitución antes mencionado) que le impiden esta normalización general, Japón puede considerarse de facto una potencia regional, y, por lo tanto, marcar el rumbo de la zona.

Preocupaciones como el avance militar chino en la llamada “zona gris” o la preparación nuclear de su vecina Corea del Norte hacen ver que Japón ya no busca mantenerse al margen del plano internacional escudado por su socio americano, sino que busca hacerse un hueco (enorme, pues supondría el control de una de las regiones más importantes actualmente) dentro del orden internacional.

Sin duda, la política de Tokio influirá en la política de Washington en los próximos años; esta alianza no acabará, pero será inevitablemente reformada.

Ver: Priego, A., & Colom Piella, G. (2017). La defensa de Japón y su alianza estratégica con Estados Unidos. En Política exterior de Japón (pp. 21-40). Madrid, España: Universidad Pontificia Comillas.

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