Dentro de un entorno en el que los gobiernos están tomando medidas más autárquicas que globalizadoras, el acuerdo comercial UE – Mercosur es una excelente noticia. Representa un impulso para ambas economías europea y latina, que puede reducir los efectos de una crisis como la que se vaticina. Pero para que los efectos sean positivos se debe ejercer control.
La posibilidad de que las condiciones de salud y medioambientales del trato se incumplan puede volverlo contraproducente. Gobiernos inestables como el de Bolsonaro pueden mitigar la confianza europea en este mercado, ya que saltarse las normas impuestas puede traer a la unión productos con añadidos prohibidos, afectar al medio ambiente en las zonas de producción (uno de los motivos del acuerdo en un principio) y poner en desventaja a los agricultores europeos.
Aunque Michael Porter explicaba que la globalización no supondría problemas de competencia mientras los países especializaran su producción, en este caso aún hay productos polémicos en los que se puede restar cuota de mercado en Europa a los propios europeos. Son necesarias, por tanto, medidas de control del acuerdo a escala nacional, como queda expuesto.
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Colaborador en Relaciónateypunto, graduado en Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Loyola, debatiente y ¡conocedor del mundo! Estudié durante un año en Derby, y cuento con experiencia laboral en administración pública. Me apasiona la administración empresarial y las instituciones nacionales y supranacionales, especialmente la materia financiera y economía internacional… Y, ¡por eso escribo y comparto mis opiniones sobre estos temas!