El Conflicto Invisible: Cómo la Guerra en el Mar Rojo afecta tu bolsillo.
Contexto Histórico
El Mar Rojo ha sido, desde tiempos inmemoriales, una vía marítima de crucial importancia para el comercio global. Conecta Europa, a través del Mar Mediterráneo, con el este de África, Oriente Próximo a través del Golfo Pérsico, y con Asia, mediante el Océano Índico.
Esta ruta facilita el transporte de bienes y mercancías entre continentes, evitando la necesidad de bordear el continente africano, lo que alarga los trayectos y aumenta los costos significativamente.
Tres puntos clave en esta ruta son el Canal de Suez, el Estrecho de Bab el-Mandeb y el Golfo de Adén, que actúan como la entrada y salida del Mar Rojo.
Su control es fundamental para el comercio mundial y, por tanto, se convierte en un escenario de gran interés geopolítico, especialmente en el contexto de la guerra en el Mar Rojo.
Los hutíes, un grupo rebelde chií de Yemen, surgieron con la intención de derrocar al gobierno suní de Yemen establecido en los años 90, un régimen que mantenía buenas relaciones con Arabia Saudita, suní, y Estados Unidos, líder de Occidente.
Tras años de conflicto, los hutíes lograron su objetivo y tomaron el poder en Yemen, consolidando su influencia en la región, y contribuyendo al desarrollo de la guerra en el Mar Rojo.
Hamás
Recientemente, la situación en Oriente Próximo se ha intensificado con el ataque terrorista de Hamás, un grupo suní, contra Israel.
En respuesta, el gobierno israelí, liderado por Benjamin Netanyahu, ha decidido invadir la Franja de Gaza con el objetivo de erradicar a Hamás.
Este conflicto ha generado una reacción en cadena en la región, despertando antiguas alianzas y enemistades, y escalando la guerra en el Mar Rojo.
A pesar de la histórica rivalidad entre chiíes y suníes, los hutíes han decidido dejar de lado sus diferencias sectarias en este contexto específico.
Como parte de la identidad árabe, los hutíes comparten un sentimiento antisemita y una oposición a Israel.
Este sentimiento común ha llevado a los hutíes a apoyar a Palestina y, por extensión, a Hamás, a pesar de las diferencias religiosas.
En este marco, la guerra en el Mar Rojo se convierte en un elemento clave para entender las dinámicas regionales.
Pero el apoyo de los hutíes no se ha limitado a declaraciones de solidaridad.
Medidas de los Hutíes
Han tomado medidas concretas en el escenario geopolítico, amenazando con atacar a los barcos israelíes y estadounidenses que transiten por el Mar Rojo, especialmente en el Estrecho de Bab el-Mandeb y el Golfo de Adén, que están bajo su influencia territorial.
Este estrecho es un punto estratégico crítico, ya que cualquier interrupción en el tráfico marítimo aquí podría tener repercusiones significativas en el comercio mundial, exacerbando la guerra en el Mar Rojo.
El ataque a barcos en esta región no solo afectaría a Israel, sino también a Estados Unidos y a la economía global en general.
Es una forma de mostrar poder y de influir en el desarrollo del conflicto, extendiendo el teatro de operaciones más allá de las fronteras de Israel y Gaza.
Este tipo de acciones subraya la importancia estratégica del control de las rutas marítimas en el Mar Rojo y el impacto que los conflictos regionales pueden tener en el comercio internacional, especialmente en tiempos de guerra en el Mar Rojo.
La Operación “Guardián de la Prosperidad”
Ante esta amenaza y el avance de la guerra en el Mar Rojo, Estados Unidos solicitó el apoyo de varios países, incluidos Reino Unido, Bahréin, Canadá, Francia, Italia, Países Bajos, Noruega, Seychelles y España.
Estos países inicialmente colaboraron en la operación, que consistía principalmente en ataques aéreos con misiles dirigidos a las infraestructuras hutíes, incluidas aquellas utilizadas para interceptar barcos en la región.
Además, la operación incluía misiones de rescate en caso de ataques hutíes.
No obstante, con el paso del tiempo, varios de estos países comenzaron a cuestionar la naturaleza de la misión.
Muchos comenzaron a percibirla más como una operación con intereses predominantemente estadounidenses y menos como un esfuerzo coordinado para proteger el comercio global.
Además, algunos países consideraban que apoyar la operación implicaba indirectamente respaldar a Israel, un aspecto que generó incomodidad en las capitales europeas y en otras naciones involucradas, aumentando la complejidad de la guerra en el Mar Rojo.
Las críticas crecieron hasta el punto en que España, Francia, Italia, Australia, Dinamarca y Noruega decidieron retirar su apoyo a la operación “Guardián de la Prosperidad”.
Egipto, por su parte, optó por no participar, prefiriendo ejercer presión diplomática sobre Israel en lugar de involucrarse militarmente.
Arabia Saudita también se mantuvo al margen, ya que temía que su participación en la operación pudiera escalar las tensiones con los hutíes, quienes ya cuentan con el respaldo de Irán, un enemigo declarado de Arabia Saudita debido a la competencia por la influencia en la región.
Estos movimientos diplomáticos y militares destacan el impacto global de la guerra en el Mar Rojo.
La Respuesta Europea: La “Operación Aspides”
Con la retirada de varios aliados y ante la persistencia de los ataques hutíes, la Unión Europea decidió lanzar una operación complementaria a la liderada por Estados Unidos.
Esta nueva misión, denominada “Operación Aspides”, está liderada por Italia y tiene su sede en Grecia.
La operación es de naturaleza meramente defensiva y se centra en escoltar barcos y derribar misiles y drones lanzados por los hutíes, en el contexto de la guerra en el Mar Rojo.
Cuatro fragatas de Francia, Alemania, Grecia e Italia conforman el núcleo de esta operación.
A diferencia de la iniciativa estadounidense, la “Operación Aspides” no incluye ataques ofensivos, sino que se limita a proteger el tráfico marítimo internacional, asegurando que los barcos que transitan por la región puedan hacerlo de manera segura, a pesar de los desafíos impuestos por la guerra en el Mar Rojo.
A pesar de los esfuerzos internacionales, los hutíes han mantenido sus ataques, no solo contra barcos israelíes y estadounidenses, sino también contra cualquier embarcación que se dirija a Israel, independientemente de su nacionalidad.
Por ejemplo, el ataque al buque de NYK Line de Japón, al de Unity Explorer y Rubymar de Reino Unido, al Tutor de Grecia, al Verbena de Palaos, al MSC Tavvishi 200 de Chipre y al Norderney 2012 de Alemania.
Esto ha complicado aún más la situación, extendiendo la amenaza a otras naciones que hasta ahora se habían mantenido al margen del conflicto, y aumentando las tensiones en la guerra en el Mar Rojo.
Consecuencias económicas
Entre las empresas que han dejado de operar en el Mar Rojo se encuentran gigantes del transporte marítimo como CMA CGM, Hapag-Lloyd, Maersk, COSCO y MSC.
Además, la naviera japonesa Nippon Yusen y otras importantes compañías como Mitsui O.S.K. Lines, Kawasaki Kisen Kaisha, C.H. Robinson, Euronav, Evergreen, Frontline y Gram Car Carriers también han cesado sus operaciones en esta ruta, principalmente debido a la guerra en el Mar Rojo.
El resultado de estas suspensiones ha sido una reducción drástica del tráfico de contenedores en el Mar Rojo, estimada en un 65%.
Y ha obligado a las compañías navieras a buscar rutas alternativas para transportar mercancías.
En lugar de utilizar el Canal de Suez, que conecta el Mar Rojo con el Mediterráneo, muchas navieras han optado por bordear el continente africano, navegando alrededor del Cabo de Buena Esperanza.
Esta ruta alternativa añade aproximadamente 6.500 kilómetros al viaje, lo que significa varios días adicionales en el mar.
Este desvío no solo alarga los tiempos de entrega, sino que también incrementa significativamente los costos operativos de las navieras.
El aumento en la distancia implica un mayor consumo de combustible, lo que se traduce en un incremento de los costos de transporte.
Costes adicionales como resultado
Como consecuencia, los fletes de transporte se han encarecido, un costo adicional que inevitablemente se traslada a los consumidores finales.
Estos desafíos logísticos y económicos son directamente atribuibles a la guerra en el Mar Rojo.
Este aumento en los costos de envío tiene efectos en la economía global, ya que puede contribuir a la inflación.
Los productos que se transportan a través de estas rutas, desde bienes de consumo diario hasta materias primas esenciales, llegan a los mercados con precios más altos, lo que afecta el poder adquisitivo de los consumidores y puede tener un impacto inflacionario en muchas economías.
Este impacto económico subraya la gravedad de la guerra en el Mar Rojo y su relevancia en la escena internacional.
Jurista e internacionalista. Paralegal y analista en RELACIÓNATEYPUNTO.