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La teoría de la paz democrática, ¿clave para evitar la guerra?

La guerra ha estado presente de manera continua a lo largo de la historia universal y ha sido un factor determinante en la formación de muchas naciones que conocemos actualmente. La lucha de poder entre hombres de Estados ha llevado al ser humano a dar su vida en nombre de la victoria a tal punto de atentar contra la existencia de sociedades enteras, imponiendo de esa forma nuevas organizaciones sociales y territoriales dentro del sistema internacional. A pesar de la barbarie ocasionada y la sangre derramada de inocentes ,el optimismo por un mundo más pacífico en donde la guerra no tenga lugar ha continuado.  

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La primera guerra mundial (1914-1918) cambió por completo el concepto que teníamos sobre la guerra pues, por primera vez en la historia, se alcanzaba un conflicto bélico de escala internacional. Con el objetivo de prevenir catástrofes de este nivel, y hacer del mundo un lugar mucho más seguro para la humanidad, se empezaron a hacer preguntas como: ¿cuáles son las causas de las guerras? ¿Cómo se pueden evitar las guerras?  

Estas preguntas dieron origen a una nueva disciplina. En resumen, fue una guerra la que dio nacimiento a las Relaciones Internacionales en 1919, por tal motivo su estudio debe estar dentro de nuestras prioridades. Es cierto que luego de su aparición se presentaron sangrientos hechos que no fueron evitados, como la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, debemos reconocer los esfuerzos que nos han acercado poco a poco a un mundo mucho más pacífico 

Cuando vemos los noticieros, por ejemplo, podemos notar el incorrecto uso del concepto de guerra, debido al desconocimiento periodístico de lo que realmente implica. Afirmar que ‘la guerra es la ausencia de la paz’ es limitar su alcance y no dar una explicación real de aspectos tales como el jurídico, político y militar. En muchas ocasiones es muy común que se llame guerra a algo que no lo es: ejemplos de conflictos violentos como enfrentamientos de guerrilleras, genocidios o ataques de bandas, generalmente no se deben considerar guerras. Así mismo debemos debatir la denominación de ‘guerras comerciales’, puesto a que hay ausencia de agresividad en el campo bélico. 

Para profundizar el concepto de guerra es recomendable analizar el trabajo de Carl Von Clausewtiz en su libro “Sobre la guerra”. Autor de la famosa frase la guerra es la continuación de la política por otros medios, afirma que la guerra es el acto de imponer a la fuerza nuestros deseos al adversario. Por otro lado, Martin Van Creveld señala que la guerra es un conflicto armado librado en forma abierta por un Estado contra otro a través de sus ejércitos regulares. Ambas definiciones son muy útiles para identificar lo que es parte de una guerra, en primer lugar se enfatiza el carácter interestatal, es decir, sugiere una perspectiva en donde se presenta al Estado como actor principal. En segundo lugar, la necesidad de violencia; un problema no violento puede ser una crisis o conflicto, pero no una guerra. Como último elemento es necesario la presencia de un grupo organizado de personas, en este caso los ejércitos nacionales.  ¿Qué pasaría si aplicamos este concepto de manera general en el mundo actual? Nos resultaría en muchos casos insuficiente debido al protagonismo de nuevos actores que no son necesariamente Estados.  

Aunque la variedad de causas de guerra haga difícil todo intento de prevenirla, existen diversos métodos y teorías que de una manera u otra continúan siendo influyentes y pueden ser muy útiles para la convivencia internacional. Los métodos que vienen a nuestra mente son el uso del derecho internacional, la diplomacia, organizaciones internacionales como la ONU y la aplicación de la teoría de la paz democrática. Esta última, en particular, es un tema controvertido, su efectividad sigue estando en tela de juicio. Desde ya, su nombre ‘Paz Democrática’ trae consigo polémica puesto a que el concepto de democracia es muy amplio y hay desacuerdos en su interpretación. Por ejemplo, para Estados Unidos, Venezuela es una dictadura, mientras que, para Rusia, el país llanero al mando de Nicolas Maduro, es una democracia.     

La teoría de la paz democrática se presenta como una alternativa muy efectiva, básicamente la idea general de donde se formula dicha teoría es su afirmación de que existe una relación entre el régimen político y la paz interestatal.

La paz perpetua de Emmanuel Kant, es la fuente de esta teoría.  En su trabajo, publicado en 1795, Kant nos invita a creer en la bondad del ser humano, y su capacidad por elegir la paz en lugar de guerra. Para Kant la naturaleza humana es pacífica y puede usarse para el progreso moral de la especie. Presenta sus esperanzas en naciones que respeten la soberanía nacional y que estén dispuestos a usar en la menor medida la violencia generando con el pasar del tiempo áreas en donde la paz predomine. Este gran legado le sirvió a Michael Doyle en 1983, quien en su artículo titulado “Kant, Liberal Legacies, and Foreign Affairs” (1983), presenta una investigación rigurosa en la que argumenta que las relaciones interestatales entre democracias y autocracias son naturalmente problemáticas y también difícil de preservarlas usando medios pacíficos. Hace un llamado a emancipar principios liberales internacionales. 

Los argumentos de esta teoría le han ayudado a ganar credibilidad, pero también muchos detractores. Su idea principal es que “las democracias no se atacan entre sí”. Defendiendo que la guerra no es un medio considerado por los Estados democráticos para resolver sus conflictos, por lo contrario, tienen tendencias a seguir mediaciones pacíficas. Con el objetivo de analizar su funcionamiento analicemos las líneas de pensamiento que tratan de explicar e interpretar sus argumentos. Las explicaciones tienen dos variantes: explicación normativa y explicación estructural. Para muchos autores estos dos argumentos juntos presentan una explicación mucho más convincente y lógica. 

Explicación estructural

También llamadas institucionales sustentan que la estructura interna del régimen democrático puede influir en la política exterior de dicho Estado. Eso quiere decir que un control interno óptimo de poderes puede limitar la posibilidad de entrar en un conflicto armado con otros Estados tal como lo indica Russett: “En una democracia el equilibrio de poderes, la división de poderes y la presencia de un debate público en la formulación de políticas públicas, implica que la decisión de entrar en un conflicto a gran escala sea extremadamente difícil de tomar”. (Russett, 1993:40). La opinión pública y su capacidad de influir en la toma de decisiones es tomada en cuenta dentro de esta explicación. Los gobernantes, en un contexto democrático, escuchan a la población, la cual en la mayoría de casos suele tener tendencias pacíficas. El impacto de la guerra en la vida de los ciudadanos sería catastrófica e implicaría un costo de vida alto a varios segmentos de la población, por tal motivo se presume que, de ninguna forma, los ciudadanos apoyarían dichas decisiones.  

Asimismo, esta explicación indica que las limitaciones impuestas en las estructuras de las democracias se reflejan en una mayor lentitud dentro del proceso de toma de decisiones importantes como la de participar o no en una guerra. En un sistema transparente y con libertad política, estas dificultades indicadas serán visibles fácilmente desde el exterior generando un clima de confianza y seguridad en el sistema internacional. Al conocer las intenciones mutuas, la comunicación interestatal será mayor, aumentando las posibilidades de uso de medios diplomáticos en la resolución de conflictos. Los factores internos mencionados no están presentes en regímenes no democráticos, por tal motivo, esta explicación asegura que la inseguridad entre democracias y no democracias será alta. No existe una separación de poderes y estabilidad política en ellos, y a diferencia de su opuesto, la opinión pública es lo último que les podría interesar a los líderes de estos Estados.  

Explicación normativa 

En sus argumentos da importancia a las normas y principios aplicados en asuntos internos, dando a conocer que estos influyen en el funcionamiento de la política exterior. Kant señala que la paz será posible si se aplican en el sistema internacional los mismos valores que gobiernan los asuntos domésticos. Dicha hipótesis sostiene que el fomento de una cultura democrática liberal en el mundo puede mejorar los canales de comunicación y sobre todo aumentar los niveles de transparencia y confianza interestatal. Eso significa que si el actor que está a punto de protagonizar un conflicto es una democracia que respeta los valores y derechos de su pueblo, tendrá un comportamiento similar frente a otra democracia.

En este contexto ambas partes esperan que se respeten las reglas y el compromiso democrático que los caracteriza, tal como lo indica Russeet, para quien “las democracias siguen las mismas reglas para la resolución pacífica de los conflictos frente a otras democracias y esperan que estas hagan lo mismo”. Aquí podemos ver que un elemento fundamental que tienen en común es el uso de medios no violentos. A menos que no sea percibido como necesario y legitimo por la opinión pública, en la mayoría de casos, se enfrentara a una fuerte oposición. El factor que determinará el apoyo de la población a una guerra será sobre la base de sus intereses nacionales, es decir, si el ingreso a la guerra representa una violación a los valores que constituyen dicha sociedad, la guerra será rechazada rotundamente

Como hemos podido apreciar, la no violencia es característica de los Estados demócratas. Caso contrario ocurre con las no-democracias en donde el uso sin pudor de la violencia es una pieza fundamental en sus actividades estatales, ocasionando altos niveles de inseguridad dentro de su territorio. La transparencia de sus instituciones no cuenta con credibilidad alguna ya que los medios de comunicación están bajo control del régimen. Sin libertad de prensa, es imposible analizar qué tan transparentes y legítimas son sus aplicaciones de normas en asuntos domésticos.  

Los principales detractores de esta teoría son defensores del realismo. Uno de los argumentos que defiende la paz democrática es que la opinión publica suele ser mayoritariamente pacífica. Para los realistas, la opinión pública no actúa así e independientemente de si puede o no serlo, no cumple un rol influyente en la toma de decisiones importantes ya que la decisión final será tomada en secreto y por grupos cerrados (incluso en democracias). Además, se debate la supuesta aplicación de sus normas internas en su política exterior, es contradictorio que supuestos Estados líderes del mundo democrático hayan participado en actividades que no siguen normas democráticas, ejemplo de ello son las intervenciones del “Tío Sam” en gobiernos elegidos a través de elecciones legitimas como por ejemplo Indonesia (1957), Chile (1973) o Nicaragua (1984), entre otras. El considerar los regímenes como medios para analizar las posibilidades de guerra también es puesto en duda. El enfoque realista cree que los conflictos podrían explicarse mejor teniendo en cuenta la ubicación geográfica, su historia o alianzas contra enemigos en común.  

La naturaleza anarquista del sistema internacional también es un factor que se debe tomar en cuenta en las críticas contra la paz democrática, sus opositores señalan que, es posible creer en la paz, pero no una paz permanente, el Estado siempre velará por sus propios intereses. El dilema de la seguridad hace que lo Estados elijan sus propios métodos de defensa con el objetivo de garantizar su supervivencia en el sistema internacional. 

Las explicaciones que defienden la paz democrática nos han permitido conocer detalles de esta teoría y, por otra parte, han servido de defensa para los que apoyan la idea de implementar la democracia en cada rincón del mundo. Todos debemos aceptar el doble discurso de los políticos de las potencias mundiales que, por un lado, se jactan de respetar y seguir un modelo democrático legítimo, pero, por el otro, han causado destrucción en su intento de democratizar otros Estados, como lo podemos ver en el mundo árabe actual donde la inestabilidad política y económica han sido, en gran parte, debido a intereses geopolíticos escondidos, bajo el discurso de la democracia.  

Establecer un sistema internacional pacifico con regímenes democráticos consolidados supone un reto, a pesar de las dificultades, debemos ser conscientes, que de ser posible permitiría consolidar una mayor estabilidad política interna y abriendo paso a la cooperación internacional en diversos asuntos, priorizando de ese modo medios diplomáticos, en caso de conflictos.

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1 comentario en «La teoría de la paz democrática, ¿clave para evitar la guerra?»

  1. SOFIA ESTER ARGUETA ZAMBRANO

    Es importante señalar que la teoría de la paz democrática no sugiere que las democracias estén completamente exentas de conflictos, ni que las democracias no puedan entrar en guerra con regímenes no democráticos. Sin embargo, argumenta que la probabilidad de conflictos violentos entre democracias es menor en comparación con otros tipos de relaciones entre Estados. La teoría de la paz democrática ha sido objeto de debate y crítica en la academia, pero sigue siendo una perspectiva influyente en las relaciones internacionales.

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