Con la llegada al poder del partido Justica y Desarrollo (Adalet ve Kalkınma Partisi ) en el 2003, la política exterior de Turquía sufre un rotundo cambio. Deja de priorizar su acercamiento al Occidente pos-Guerra Fría, y lo traduce en una apertura multilateral más allá de los países aliados tradicionales. La Turquía gobernada por Recep Tayyip Erdoğan es ambiciosa; sus intereses nacionales no solo van desde consolidarse como una potencia regional, sino también, aumentar su presencia en regiones como América Latina y África Subsahariana, en las que ha mejorado considerablemente las relaciones políticas y comerciales en la última década a pesar de que, con estas, históricamente los acercamientos diplomáticos han sido pocos.
Protagonismo turco en la región
Conocer y comprender la política exterior del país euroasiático hacia las regiones cercanas puede otorgar a nuestras mentes un panorama general del desempeño turco en dichas regiones.
Si hay un país que ocupa un lugar «privilegiado» dentro de la política exterior turca es Azerbaiyán. Las altas tensiones entre Azerbaiyán y Armenia estallaron a finales del año pasado, terminando con un resultado favorable a Bakú. Turquía abiertamente ha manifestado su apoyo incondicional a Azerbaiyán bajo su política de «Dos estados, una nación». Desde el nacimiento de Azerbaiyán como república independiente, Turquía ha otorgado apoyo y formación militar a Bakú. Dicho apoyo es estratégico y ha tenido favorables frutos; con el triunfo azerí, Ankara reafirma su liderazgo político y presencia militar en Asia Occidental.
Por otra parte, Libia ha sido en los últimos años un asunto polémico dentro de la política exterior de Turquía. La delimitación del Mediterráneo oriental y la disputa de los recursos energéticos presentes en estas aguas, ha llevado a Turquía aumentar su presencia en Libia a través de la cooperación militar con el gobierno de Trípoli, el cual es reconocido como legitimo por Ankara, situación que ha incomodado a Francia. Ambos miembros de la OTAN tuvieron debates tensos el 2020, Francia acusó a Turquía de transportar ilegalmente armas a Libia.
La inestabilidad política e inacabable guerra civil siria ha sido el principal factor para que el número de personas que abandonan Siria supere al de los refugiados de la Segunda Guerra mundial; Turquía hospeda a cerca de 4 millones de dichos refugiados. Con la gran importancia que tiene el fenómeno de los Refugiados en la actual agenda internacional, temas como el rol de Turquía, su respuesta a la incapacidad de la Unión Europea y el futuro de los refugiados en este país serán centro de debate recurrente por un periodo largo de tiempo.
El protagonismo de Turquía en los acontecimientos indicados anteriormente se debe, en gran medida, a su posición geoestratégica y herencia histórica otomana.
El inconcluso y fallido intento de integración a la Unión Europea y las consecuencias de los conflictos de zonas vecinas que amenazan directamente a la seguridad nacional turca, han forzado a su política exterior, que ha estado durante mucho tiempo dominada por las relaciones con Occidente, a intensificar las interacciones con las regiones «olvidadas»: las de África y América Latina.
A la lucha por ganar más espacios de influencia en América Latina por parte de China y Rusia, se ha sumado Turquía. No cabe duda de que la distancia geográfica ha sido un gran obstáculo en el desarrollo de la política exterior turca en la región, pero para superar esa barrera no hay mejor herramienta que el poder blando y la diplomacia cultural. Turquía ha sabido como aprovechar y aplicar estos elementos en su política exterior, convirtiéndose en uno de los casos más representativos alrededor del mundo.
Antes se creía que los Estados podían basarse únicamente en su poderío militar para liderar, esta premisa ha perdido valor en la actualidad. Es de vital importancia complementar ese poder con estrategias no coercitivas que, en lugar de generar miedo, permitan cooperar e influir de manera pacífica en las relaciones internacionales. Teniendo en cuenta eso, «Atraer y no imponer» se ha convertido en un principio prioritario de Turquía en América Latina.
La televisión es, sin duda, la principal plataforma de Turquía para empezar a ganar impresiones positivas y mejorar su prestigio en un mundo donde la islamofobia está en constante crecimiento.
La desconocida Turquía ahora es percibida con otros ojos por los latinoamericanos, a través de las teleseries turcas se ha dado a conocer un país con una historia y cultura rica, paisajes exóticos y una sociedad musulmana que no es árabe. Las teleseries turcas han roto niveles de audiencia en países como Argentina, Chile, Perú y Paraguay, desplazando a México y Colombia en el liderazgo de este sector televisivo.
Antes del boom de las novelas turcas se conocía poco sobre Turquía. Quizás el acontecimiento más resaltante y que fue la base de las relaciones América Latina – Turquía fue la emigración de ciudadanos otomanos al «nuevo mundo» a finales del siglo XIX, cuando el reinado otomano de 600 años empezaba a desmoronarse. Por otro lado, la sociedad turca tenía poca información sobre esta parte del mundo, como dato interesante es importante señalar que algunos en Turquía defienden la teoría que indica que los musulmanes llegaron a América antes que los españoles teniendo como prueba los dibujos del mapa mundial del almirante y cartógrafo Otomano, Piri Reis. Teoría poco conocida en Occidente, pero que estuvo presente en el discurso del presidente Erdoğan durante una cumbre de dirigentes musulmanes de países de América latina organizado en Estambul en 2014.
2006, Año de América Latina y el Caribe en Turquía e inicio de proyecciones globales
La declaración del 2006 como «Año de América Latina y el Caribe» en Turquía, fue un importante paso para el progreso de las relaciones. Inicia un periodo de intensificación de visitas oficiales de las esferas políticas más altas de Turquía y los países de la región, la Gran Asamblea Nacional Turca establece grupos de «amistad mutua» con los parlamentos de los países de la región.
Desde entonces, el presidente Recep Tayyip Erdoğan ha visitado varios países. Cuba y México en el 2015, en el 2016 fue el primer mandatario turco en visitar Perú y Ecuador, y el segundo en visitar Chile. Finalmente, en 2018 visita Argentina para participar en la cumbre del G20, y aprovechando la cercanía geográfica hace una visita relámpago a Paraguay. Cada país tiene una cuota de importancia en la agenda turca; Brasil, Chile o México, por ejemplo, representan los principales objetivos para el comercio de productos turcos. En el caso de Venezuela, Turquía ha encontrado un socio comercial y también político tal y como quedó demostrado en la visita del presidente turco a Nicolas Maduro en 2018. El gobierno venezolano, que no cuenta con el reconocimiento de los países de la región, ha encontrado en Turquía apoyo vital para la apertura de su comercio y economía. Las tensiones entre ambos países con Estados Unidos han permitido que la Alianza Caracas – Ankara se desarrolle, y encuentren intereses en común.
Los resultados de las visitas oficiales son positivos para Turquía. La presencia diplomática de Turquía se ha multiplicado, cuenta con cerca de 16 embajadas a lo largo de América Latina y el Caribe, número que la ha convertido en el sexto país con más embajadas alrededor del mundo, superando a países como Alemania, Reino Unido e Italia, según el índice de Diplomacia Global del Lowy Institute.
Las embajadas son un elemento clave para la promoción de las estrategias turcas de cooperación y ayuda humanitaria. Basta con analizar los discursos del presidente Erdoğan y el ministro de relaciones exteriores Mevlut Çavuşoğlu para darnos cuenta de sus intenciones de querer posicionar a Turquía como una potencia humanitaria. Turquía, a través de la Agencia de Cooperación y Coordinación Turca (TİKA) presente en Colombia y México ha brindado apoyo a diversos proyectos de impacto social y ha facilitado la llegada de implementos médicos en tiempos de crisis, por ejemplo, fue visible el envío de suministros de emergencia a México durante el terremoto del 2017 y 2018. Además, ha entregado ayuda a Colombia, Venezuela y Paraguay para la lucha contra la pandemia del 2020.
El progreso de Turquía como actor de relevancia global en las relaciones internacionales depende, en gran medida, de su atención a regiones como América Latina y El Caribe. Las series de Televisión y las ayudas humanitarias han potenciado la reputación de Turquía en la región. Además, las visitas de representantes políticos han creado puentes clave para el desarrollo del multilateralismo que Ankara buscaba. ¿Podemos afirmar que con eso basta? La respuesta es no.
Turquía debe de ser más activo en la región con una política exterior que abarque nuevas alternativas, especialmente en el contexto de un mundo Post-COVID 19. Extender las sedes de TİKA a países del Sur de Sudamérica puede resultar en una mayor intensificación de la ayuda y cooperación.
La aplicación de la diplomacia pública, sin embargo, puede llegar a niveles más altos, por ejemplo, con un mayor apoyo a las comunidades musulmanas en la región a través de DIYANET (Dirección de Asuntos Religiosos de Turquía).
Quizás Turquía, además de continuar las visitas a la región y ser miembro observador de organizaciones del continente como la OEA, podría invitar a estados de América Latina y el Caribe a las actividades de las organizaciones donde es líder, como las del mundo túrquico.
El 2023 se celebrarán nuevas elecciones presidenciales en Turquía, los años posteriores nos mostraran si el interés por América latina continuará o solo era parte de las ambiciones del gobierno actual.
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Internacionalista por la Universidad de Selçuk, Turquía. Mi vida está orientada al aprendizaje de nuevas culturas, que, cuanto más alejadas y desconocidas, ¡mejor!
Apasionado por la política internacional, la historia y la diplomacia; con gran percepción de la cooperación internacional. Hablo español, inglés y turco; y, a través de mis escritos, intentaré explicarte el mundo que nos rodea de una manera clara y sencilla.
«Paz en la patria, paz en el mundo».