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¿Por qué China e India se pelean por el índico?

Asia ha ascendido como uno de los epicentros del poder global. A pesar de estar acostumbrados a un mundo dictado por Europa y Estados Unidos, el increíble crecimiento asiático ha puesto en cuestión este paradigma, produciendo como consecuencia el ascenso político de nuevas grandes potencias que compiten entre ellas por ser los líderes de este continente emergente, entre ellas, China e India.

Las claves de la geopolítica asiática

Asia se ha convertido en el centro del comercio mundial, ya que representa más del 30% de las exportaciones mundiales. El continente asiático posee dos tercios de las reservas mundiales de divisas.

Seis de las 10 mayores reservas del mundo se encuentran en Asia: China, Japón, Taiwán, Corea del Sur, India y Hong Kong.China por sí misma tenía más de 4 billones de dólares a finales de 2014 (cifra equivalente al PIB de Alemania).

En términos tecnológicos, la inversión china en I+D ha crecido una media del 20% anual desde 1999: en la actualidad representa el 20% del gasto mundial en I+D (más que Japón, Alemania y Corea del Sur juntos).

En 2018 superó a EE UU en número total de publicaciones científicas.

En el ranking Global 500 de la revista Fortune de las mayores empresas del mundo por ingresos en 2004, el 40% se encontraban en Norteamérica, seguido por Europa occidental. Hoy, Asia tiene más empresas en el ranking que América del Norte y Europa juntas: China por sí sola cuenta con 95 empresas.

Este crecimiento económico va acompañado de un crecimiento en su relevancia geopolítica, cuyas consecuencias son estratégicas y cuyas implicaciones son gran complejidad.

Asia se enfrenta a todo tipo de desafíos de seguridad: Corea, Taiwán, Cachemira, Afganistán, tensiones marítimas, amenazas no convencionales (como terrorismo, desastres ambientales o pandemias), disputas territoriales, entre otros.

Puede que sea precisamente por esto que Asia alberga 7 de los 10 mayores ejércitos del mundo, además de 5 potencias nucleares: China, India, Pakistán, Corea del Norte y Rusia, siendo la única región del mundo en la que los gastos militares han aumentado de manera constante desde 1988.

A la vez, es un continente profundamente heterogéneo en todos los términos posibles: geografía, economía, demografía, sociedad, cultura, religión y diplomacia.

Es en Asia donde las principales potencias del mundo actual buscan aliados, encuentran adversarios y se juegan buena parte del “ajedrez” de la geopolítica mundial.

Particularmente debemos tener en cuenta, para el caso que nos ocupa, las idiosincrasias de la región ahora comúnmente llamada Indo-Pacífico.

Hemos de considerar que, en la literatura geopolítica, a menudo se ignoran términos geográficos tradicionales como “Asia”, “América”, “Océano Pacífico” o “África”, siendo reemplazados por otras designaciones geográficas para regiones que mantienen una cierta unidad en términos políticos, sociales, culturales o simplemente convenientes para su uso en geopolítica (expresiones como “Región MENA”, “África Subsahariana”, “Latinoamérica y Caribe”, etc.). 

Es esto que llevó a la creación del término Asia-Pacífico, usado para describir el área compartida por los estados asiáticos con costa en el Pacífico, así como con aquellos que forman parte del continente oceánico, como Australia y Nueva Zelanda.

Este término, desde la administración Trump, está cada vez más en desuso, sustituyéndose por el de “Indo-Pacífico”, que también incluye a los países asiáticos con costa en el Océano Índico (con el objetivo de introducir a India como contrapeso de China y socio de EEUU).

El término Indo-Pacífico nos lleva a apreciar una continuidad territorial entre los océanos Pacífico e Índico con unas normas, relaciones y estructuras compartidas por los estados presentes en esta región, es a través del Indo-Pacífico que podemos explicar esta rivalidad.

Incluso si ciertos puntos clave de la rivalidad sino-india solo se desarrollan en el Índico, como veremos, no se pueden separar de las dinámicas geopolíticas del Indo-Pacífico en conjunto. 

Rivalidad entre China e India

La rivalidad histórica entre China e India, dos de las civilizaciones más antiguas y grandes del mundo, ha estado marcada por una compleja interacción de conflictos territoriales, competencia económica y tensiones geopolíticas.

En los últimos 20 años, esta rivalidad ha experimentado un renovado vigor, especialmente en el contexto del ascenso económico y militar de ambas naciones, así como en medio de cambios significativos en la dinámica de poder regional e internacional.

En primer lugar, hemos de mencionar las disputas territoriales más alejadas del Océano Índico.

El conflicto territorial en áreas como Aksai Chin y Arunachal Pradesh ha llevado a varios enfrentamientos militares a lo largo de las décadas, incluido el conflicto fronterizo de 1962, que aún se mantienen sin resolver y donde incidentes como el enfrentamiento en Doklam en 2017, donde las fuerzas indias y chinas se enfrentaron durante más de dos meses, aún son comunes.

Para entender la naturaleza de la rivalidad entre China e India en el Índico, es crucial remontarse a su historia reciente y contexto geopolítico.

Ambas naciones son potencias emergentes con vastos intereses estratégicos en la región. India, con su ubicación geográfica privilegiada y su herencia marítima, considera al Océano Índico como parte integral de su esfera de influencia. Por otro lado, China, en su búsqueda por asegurar rutas comerciales vitales y recursos energéticos, ha expandido su presencia en la región a través de su iniciativa de la “Franja y la Ruta” (abreviada BRI, por sus siglas en inglés “Belt and Road Initiative”), también conocida como la “Nueva Ruta de la Seda”, introducida en 2013.

La BRI es uno de los proyectos geopolíticos clave de China, que pretende usar grandes inversiones económicas en infraestructura de transporte, energía y comunicaciones para promover la conectividad y la cooperación entre Asia, Europa y África, fomentando una mayor conexión económica y comercial de estos países con la economía china, fortaleciendo la posición de la superpotencia asiática como un centro de la economía y comercio mundiales, la influencia política china sobre los países que reciben las inversiones y fomentando la dependencia financiero de estos respecto de china.

La iniciativa incluye tanto rutas terrestres (la Franja) como rutas marítimas (la Ruta Marítima de la Seda). Las rutas terrestres conectan China con Europa a través de Asia Central y Medio Oriente, mientras que las rutas marítimas abarcan el Océano Índico y el Mar del Sur de China.

En el contexto de esta Ruta Marítima de la seda, China ha expandido su presencia naval en el Océano Índico en los últimos años, estableciendo bases militares en países como Pakistán y Sri Lanka, y desplegando su flota para proteger sus rutas comerciales y energéticas vitales en un área que India considera su principal zona de influencia.

Este es el punto de choque que motiva la competición entre China e India en el pacífico:

La nueva ruta de la seda china ha implicado enormes inversiones en construcción de infraestructuras en el área de influencia India, donde la política exterior india ha estado tradicionalmente centrada en el apoyo a los proyectos de desarrollo de sus vecinos, al entender que este desarrollo ayuda a contrarrestar la inestabilidad política y económica que puede permear sus fronteras. Esta competición de influencia ha preocupado Nueva Delhi, que considera clave contrarrestar la influencia china a su alrededor para poder garantizar su seguridad nacional.

Competición en el Indo-Pacífico

Habiendo provisto un contexto regional y establecidas las tendencias que podemos observar en la región, es pertinente observar cómo ambos países han desarrollado su política exterior en el contexto de esta rivalidad.

El Océano Índico es un punto clave para la seguridad económica china: nueve de las diez principales rutas comerciales que proveen a China de petróleo crudo pasan por el Océano Índico, así como ser un área clave para la nueva ruta de la seda marítima.

En 2017, China abrió su primera base militar de ultramar, en Djibouti, punto clave en la conexión del Océano Índico con el Canal de Suez y el Mar Mediterráneo y, a lo largo de la última década, ha extendido su red de embajadas a los todos los estados insulares de la región.

La construcción de infraestructuras chinas se está centrando en puertos que garanticen la supervivencia de las rutas marítimas adyacentes. China ha financiado y participado activamente en la construcción de los puertos de Gwadar (Pakistan), Hambantota (Sri Lanka), Sittwe (Myanmar) y Chittagong (Bangladesh) todos ellos en estados vecinos de India, además de toda una serie de inversiones en países más lejanos con costas en el Índico.

La intervención china no se reduce a la inversión económica, como podemos ver en el caso de las Islas Maldivas (a menos de 500km de la costa india), donde China ofrece asistencia militar gratuita al gobierno de Malé bajo el nuevo acuerdo de cooperación defensiva y ha apoyado a líderes políticos contrarios a la influencia india, como Abdulla Yameen o Mohamed Muizzu.

Un caso muy similar es el de Sri Lanka, donde ya hablábamos de una gran inversión china para la construcción de un puerto, donde China usó su influencia para apoyar líderes anti-indios, como los Rajapaksas.

Nueva Delhi es consciente de esta situación y se muestra preocupado por la creciente influencia de Pekín a sus alrededores, lo que le ha motivado a considerar nuevas iniciativas que fortalezcan su liderazgo en la región. 

El Ministerio de Asuntos Exteriores de la India estableció una nueva división, la División del Océano Índico, en 2016 para analizar la región de manera más holística y como un único teatro, principalmente a través de las naciones insulares. Sin embargo, en el momento de establecer la división, Madagascar y Comoras no fueron incluidas.

Más tarde, el MEA revisó su política y colocó las dos islas en la división en 2019, reflejando su ampliación y fortalecimiento del alcance del Océano Índico.

El Primer Ministro de la India, Narendra Modi, en 2015 visitó tres de las seis islas del Océano Índico: Sri Lanka, Mauricio y Seychelles, (primera visita de un Primer Ministro indio en 28 años) señalando un renovado interés y repitiendo estas visitas con frecuencia.

En un esfuerzo por enfatizar la importancia de su vecindario en la política exterior de la India y subrayar el compromiso de Delhi con la seguridad regional, priorizando las relaciones con sus vecinos más inmediatos, que incluye a Sri Lanka y Maldivas en el Océano Índico.

Fortaleciendo sus esfuerzos de capacidad en la región, India ha establecido sistemas de radar costero y estaciones en colaboración con Maldivas, Mauricio, Sri Lanka y Seychelles. India también ha ofrecido una asistencia similar a Myanmar y Bangladesh para una mejor conciencia del dominio marítimo.

India también busca maximizar sus asociaciones marítimas en la región a través de colaboraciones creando plataformas e iniciativas para abordar los principales desafíos de la región.

La región del Océano Índico frecuentemente enfrenta fuertes desastres naturales, con muchas naciones isleñas identificando el cambio climático como el principal desafío de seguridad. Delhi ha participado en diversas iniciativas relativas con la lucha contra el cambio climático y prevención de desastres naturales.

Como contrapeso a la BRI, India ha planteado distintas iniciativas internacionales de menor envergadura, pero ninguna se ha materializado plenamente y no han conseguido resultados relevantes.

La primera es una iniciativa cultural, presentado ante UNESCO en 2014, llamado “Proyecto Mausam”, consistente, a nivel macro, en reconectar y restablecer las comunicaciones entre los países de la región del Océano Índico, lo que llevaría a una mejor comprensión de los valores y preocupaciones culturales; mientras que a nivel micro, la atención se centra en la comprensión de las culturas nacionales en su entorno marítimo regional. India pretende fomentar una conexión cultural que, a su vez, fomente los lazos políticos y diplomáticos. La segunda iniciativa es la “Ruta del Algodón”, directamente dirigida a presentar un contrapeso a las crecientes ambiciones marítimas chinas a través de inversión en infraestructuras, de forma muy similar a la BRI.

Finalmente, debemos hablar de EEUU.

A medida que la rivalidad entre China e India en el Océano Índico continúa evolucionando, Estados Unidos emerge como un actor clave en el escenario. Con su interés estratégico en mantener la estabilidad en la región indo-pacífica contrarrestando la influencia china, Estados Unidos ha fortalecido sus lazos con India y otras naciones del Océano Índico, considerándolo una región esencial para su cada vez mayor compromiso en el continente asiático.

La creciente presencia militar de Estados Unidos, junto con su compromiso con la libertad de navegación (Japón y EEUU se unen en su reclamación de un Indo-Pacífico libre y abierto) y el mantenimiento del orden marítimo, añade una dimensión adicional a la dinámica geopolítica en el Océano Índico, lo que podría influir significativamente en el equilibrio de poder en la región en los años venideros.

No obstante, el estrecho de Taiwán y el Mar del Sur de China continúan siendo las principales preocupaciones de EEUU en el continente, por lo que parece que será India quien tendrá la responsabilidad de contrarrestar por sí misma la influencia China.

¿Por qué China e India se pelean por el índico? Un futuro incierto

En conclusión, la rivalidad entre China e India en el Océano Índico está marcada por una compleja interacción de intereses económicos, estratégicos y geopolíticos.

Ambas naciones, como potencias emergentes, han intensificado sus esfuerzos por asegurar su influencia en la región, lo que ha llevado a una competencia cada vez más acalorada. China, a través de su ambiciosa iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda ha expandido su presencia naval y económica en el Índico, desafiando la tradicional esfera de influencia de India.

En respuesta, India ha buscado fortalecer sus lazos con los países vecinos del Índico, estableciendo iniciativas de seguridad y cooperación regional.

Este escenario de competición no está exento de la influencia de actores externos, siendo Estados Unidos un protagonista clave que busca contrarrestar la creciente influencia china en la región.

Con su interés estratégico en mantener la estabilidad en el Indo-Pacífico, Estados Unidos ha fortalecido sus lazos con India y otras naciones del Índico, lo que añade una dimensión adicional a la dinámica geopolítica en la región.

En última instancia, el equilibrio de poder en el Océano Índico seguirá siendo objeto de disputa en los próximos años, con implicaciones significativas para la seguridad y la estabilidad en la región y más allá.

La rivalidad entre China e India en el Índico no solo refleja sus ambiciones regionales, sino que también ilustra la complejidad de las dinámicas geopolíticas en el escenario mundial contemporáneo.


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