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Bloqueo a Qatar

La situación de bloqueo que sufrió el emirato de Qatar desde 2017 hasta hace semanas, 2021, comenzó por, entre otras muchas razones, la cobertura realizada por su televisión pública Al Jazeera (“al-jazyrah” en árabe) del fenómeno político y mediático que supusieron las Primaveras Árabes en Túnez, Libia, Egipto y Siria desde 2011. Esto mostró al mundo el enfrentamiento soterrado que mantuvieron Arabia Saudí y Qatar (para obtener el liderazgo de los países suníes) por controlar o impulsar, respectivamente, estas revoluciones, en las que se produjo un cambio de gobierno o largos y cruentos conflictos armados. 

Todos estos procesos de liberación política vividos en el mundo árabe son consecuencia directa de la presión ejercida por Riad y Doha. Tanto Oriente Medio como el Norte de África dejaron de ser territorios de influencia principal de los estados occidentales (europeos y norteamericanos) y emergieron otros actores, con una mayor cercanía cultural y religiosa y respaldo económico, que comienzan a ejercer una influencia poderosa en la región. Estos actores, sin embargo, mantuvieron una gran diferencia de visión de la región, lo que afectó a la eficacia de sus políticas en todos estos territorios.

El 5 de junio de 2017, una serie de países árabes (Arabia Saudí, Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Yemen; y posteriormente Mauritania y Libia), bajo el liderazgo saudí, ordenaron un bloqueo contra Qatar, denunciando que el emirato financiaba y respaldaba a organizaciones terroristas por toda la región; intentando desestabilizar todo Oriente Medio y buscando alinearse con el mayor enemigo de la organización: Irán. Este bloqueo de las rutas aéreas y de las fronteras terrestres (el reino catarí es una península) supuso también la expulsión de la coalición antiterrorista en la guerra de Yemen y la petición de aceptación de 13 condiciones que hoy todavía, no sólo no se han aceptado, si no que han producido los efectos contrarios a los que se esperaban.

Esta acción de cerco sobre el pequeño emirato se produjo por varias razones, la primera fue la información revelada por el “hackeo” a agencias de noticias qataríes (entre ellas la propia Al Jazeera), por el que se mostraba un video donde se veía al anterior emir, Tamin bin Hamad Al Thani, emitiendo un discurso en la academia militar del país sobre la buena relación con Irán, el vínculo con organizaciones extremistas (y terroristas), y el trato con la Administración Trump. La grabación se subió a la web de la cadena saudí Al-Arabiya aunque posteriormente fue eliminado. 

La segunda, fueron las numerosas desavenencias de varias naciones árabes con el reino de los Al-Thani:

  • Arabia Saudí; en el fondo, lo que subyace a todo este enfrentamiento es que el régimen saudí detenta la posición predominante de la corriente suní por todo Oriente Próximo, y Qatar busca convertirse en un actor relevante para el resto de creyentes de esta rama del islam, como del resto de países de esta región, modificando para siempre la disputa que se extiende por Oriente Medio, entre dos facciones:  la suní (liderada por los saudíes) y la chií (dirigida por los iraníes).
  • Bahréin; basa su apoyo a esta acción debido al recelo del uso del canal catarí en beneficio del propio emirato y al (supuesto) “hackeo” de las redes sociales de su ministro de asuntos exteriores, Khalid bin Ahmed Al Kalifa.
  • Egipto; la nación más poblada del mundo árabe ha sido uno de los más decididos a la hora de realizar este cerco comercial, le acusa de apoyar y estar detrás de las manifestaciones ciudadanas multitudinarias que sacudieron el país y derrocaron al dictador Hosni Mubarak que llevaba 3 décadas en el poder (fue condenado a cadena perpetua por corrupción y muerte de manifestantes, sin embargo, el 24 de marzo de 2017 fue puesto en libertad al desestimarse las causas contra él).
  • Emiratos Árabes Unidos; se opusieron totalmente a las demandas de mayor democracia y aumento de derechos civiles que suponían las Primaveras Árabes, las organizaciones islamistas como los Hermanos Musulmanes y los medios públicos de otros países, y culparon de todo ello a las autoridades de Doha.
  • Yemen; el apoyo de las autoridades de Qatar (y de la cadena que controlan) a la primavera árabe del país que ha provocado una guerra entre 3 bandos: los partidarios del expresidente Ali Abdullah Saleh, el movimiento opositor hutí, y las fuerzas del ex – vicepresidente, Abd Rabbu Mansour Hadi.

El tercero de los móviles fue el apoyo de las autoridades cataríes a la organización Hermanos Musulmanes en Egipto, en concreto al presidente del país entre el 30 de junio de 2012 a 3 de julio de 2013, Mohammed Morsi, sobre todo tras el golpe de Estado militar que lo depuso (aupando al poder al General Al-Sisi). Posteriormente fue condenado por el Tribunal de Casación egipcio, que le condenó a 25 años de cárcel por revelar y entregar documentos oficiales y secretos de la Seguridad del Estado a autoridades qataríes. Además, Al Jazeera continuó apoyando a la organización religiosa incluso después de este derrocamiento, no sólo en Egipto, sino también en países adyacentes como Libia y Jordania (a través de Hamas).

El cuarto de los pretextos fue la complicidad con Al Qaeda y DAESH, que no ha sido demostrada por los impulsores, tan sólo se entregó una lista de mercenarios, entidades y asociaciones que, supuestamente desde la península catarí, proporcionaban apoyo y financiación a las milicias en Afganistán, Iraq, Libia y Siria; sin embargo, no detallaban el motivo que llevó a eso, el “modus operandi”, los vínculos con las autoridades, o el origen de los fondos económicos que procederían de esa parte del Golfo.

Como quinto argumento, fue la falta de implicación militar en Yemen contra los partidarios del expresidente Abdallah Saleh; aunque esta acusación no es realmente cierta, pues hasta 2017, los medios de comunicación y las autoridades del emirato apoyaron las medidas decididas en la Coalición Árabe.

Por último, la sexta razón es el hecho de que en todas estas situaciones de tensión que conforman los motivos anteriores, el medio de comunicación principal del país, Al Jazeera, ha informado minuciosa y continuamente sobre todas y cada uno de ellas, bien sea a través de mostrar las diversas atrocidades y actuaciones de las diferentes organizaciones terroristas de Oriente Medio, el avance de la lucha de los ciudadanos árabes en toda la región por sus derechos, el impulso a una organización política islamista (considerada radical) como los Hermanos Musulmanes (quienes intentaron aprovechar esta ola de apertura para transmitir un mensaje sobre un islam más político, respetando a otras religiones y la participación en el sistema parlamentario democrático), así como de la mejora de las relaciones entre su país y la potencia del otro lado del Golfo. 

Entre estos 6 argumentos, el más importante es el que hace referencia a las implicaciones de la televisión con sede en Doha, lo que provoca las sospechas sobre si los principales problemas entre las potencias de las 2 regiones árabes se deben a la división de opiniones sobre la libertad de información (o no) que posee la ciudadanía de todos esos países. Este derecho podría suponer la necesidad de los ciudadanos de tomar decisiones legales y políticas para llevar a cabo una mayor apertura en los principales regímenes autoritarios de toda la Península Arábiga.

La importancia de lo que ha sucedido en Qatar estos 4 años es notable. Ha provocado un cambio muy significativo en toda la región, cuyas consecuencias, entre otras, fueron: 

  • El cisma entre países suníes, este conflicto político supone una división entre estas naciones de Oriente Medio, especialmente entre los del Golfo, pues no quieren que la situación actual cambie (Arabia Saudí como líder espiritual de la corriente sunní).
  • El “funambulismo” de EEUU entre Arabia Saudí y Qatar; el Gobierno estadounidense se encuentra en una posición complicada al ser la dinastía de los Saud su principal comprador de armas en la región, mientras que la de los Al-Thani alberga en su territorio la mayor base militar norteamericana en todo Oriente Próximo (Al Udeid) y la segunda más grande en todo el área, con una fuerza de 8.000 militares y un Centro de Operaciones Aéreas). Por lo que, a pesar del apoyo al embargo, la Administración norteamericana no quiere que la situación continúe en una escalada de tensiones y derive en un conflicto militar (que se eternice siguiendo los nefastos ejemplos de las guerras e invasiones de Iraq y Afganistán).
  • El acercamiento a Irán; con estas tensiones, los países promotores de esta iniciativa obtuvieron el resultado contrario del que esperaban. La teocracia iraní se convirtió en el principal aliado de Catar, tras Turquía, por lo que, paradójicamente, el vínculo entre ambos países se ha reforzado, tanto política, económica y militarmente. Las autoridades de Teherán han utilizado esta situación a su favor para: reforzar su influencia sobre el país catarí, estrechar lazos con Turquía, obtener todavía un mayor liderazgo en la región y una posición más ventajosa y de poder en los diversos conflictos que asolan Oriente Próximo (en los que tiene un papel sumamente relevante).
  • La diversificación de la economía qatarí; el desabastecimiento provocó la necesidad de realizar grandes proyectos para desarrollar la productividad del país, las infraestructuras principales y las telecomunicaciones, lo que ha supuesto una serie de mejoras económicas: crecimiento del PIB del 3% (en 2017 fue del 2,5%) por el aumento del precio de los hidrocarburos y de la construcción. A pesar de la huida de capitales por valor de 30.000 millones de dólares, el gobierno neutralizó su impacto con los 136.000 millones de riales qataríes (35.000 millones de euros) de beneficio del año pasado, el desarrollo del turismo y el poder de Qatar Airways. A través de la Qatar Investment Authority (QIA) se han diversificado los activos obtenidos de la explotación de la mayor reserva de gas natural del mundo, el “mar del norte”; por ello, ha invertido 5 mil millones en hacerse con multitud de propiedades en la City (de Londres), el 15% de las acciones de la bolsa de la capital inglesa (London Stock Exchange) o el 100% del capital del club de fútbol francés Paris Saint Germain (en el que desde su compra en  2012  hasta 2018 invirtió mil millones de euros).
  • La pérdida de relevancia de la Unión Europea, en especial en su papel de actor internacional mediador de conflictos; pues intenta mantener una posición equidistante entre ambos bandos, y se ofreció para ayudar (y asesorar) al gobierno kuwaití como árbitro de esa contienda, destacando que las imposiciones unilaterales no son las medidas adecuadas para encontrar la solución, aunque con dos excepciones: Alemania, que es el cliente europeo principal de Qatar (ya que el QIA se encuentra presente en el accionariado de Volkswagen, Deustche Bank y Siemens), y Francia, que cerró una venta millonaria de armas, por ello mostró su respaldo explícito al emirato.

En este escenario tan complejo, enrevesado e interconectado, si se parte de una perspectiva occidental es necesario prestar atención también a la intervención, de forma indirecta, de otros de los principales actores internacionales de la región como son Turquía e Irán.

En el caso del régimen de Ankara, esta crisis ha producido un acercamiento con el emirato por 3 motivos centrales: la influencia religiosa, política y social de los Hermanos Musulmanes; las numerosas inversiones cataríes durante las sucesivas presidencias de Recep Tayyip Erdogan (y la participación de empresas turcas en la construcción de infraestructuras en el emirato) y la protección militar, el ejército turco posee una base en suelo qatarí y realizan programas conjuntos de armamento y maniobras. 

En el caso de Irán, el emirato kuwaití fue escogido para mediar, aprovechando que, en primer lugar, tiene buenas relaciones con los principales actores de esta crisis (Arabia Saudí, EEUU y Qatar); en segundo, que es el sistema “más aperturista” de toda la Península Arábiga, y, por último, que tiene el objetivo de tener su propio espacio en la escena internacional (en el plano político y en el económico). 

Por todo ello, el tradicional mapa de alianzas y apoyos en Oriente Próximo se vio sustancialmente modificado: 

Estos cambios hicieron surgir algunos efectos inmediatos:

  • La inestabilidad del Golfo se trasladó a la franja de Gaza; ya que la población palestina depende en gran medida de Doha, que es uno de los mayores donantes, aunque también otorga apoyo económico a los grupos extremistas (con una rama militar) como Hamás (ya que esta organización forma parte de la Hermandad Musulmana), que desde 2012 tiene en Qatar la sede de su oficina política.
  • Se produjo un gran debilitamiento de la actividad, participación y la confianza mutua en el seno del CCG; aunque se reforzaron las relaciones bilaterales de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos[9].
  • Libia fue, y todavía es, otro foco de discusión entre los dos sectores opuestos en el conflicto del bloqueo; en Trípoli, Qatar y Turquía que apoyan a un grupo afín a los Hermanos Musulmanes, mientras que en Tobruk, Egipto y Emiratos Árabes actúan de soporte de las fuerzas del General Haftar. Un efecto del bloqueo fue la reducción de la financiación qatarí, por lo que se produjo una victoria temporal de Abu Dabi (que con esto vio reforzada su relación con el régimen de Riad).
  • La guerra en Siria fue otro escenario que se vio gravemente influenciado; pues el régimen catarí (junto al saudí) fue uno de los principales promotores de los grupos opositores a Al-Assad, y las operaciones militares estadounidense se pusieron en tela de juicio durante meses.

Así continuó la situación hasta el pasado 15 de septiembre de 2020, cuando, desde la Administración Trump, con su yerno Jared Kushner al frente, finalizaron las negociaciones entre Israel, Bahréin y Emiratos Árabes, y, esto se plasmó en una serie de documentos conocidos como “Los acuerdos de Abraham”. La explicación de que estas dos naciones árabes hayan sido las primeras en reconocer a Israel se debe a que ninguno ha participado en una guerra directa contra este país.

Ante este nuevo cambio en el contexto de Oriente Medio, el acercamiento entre varias naciones sunníes y el Estado judío para hacer un frente común contra Irán, ya han comenzado también las aproximaciones entre los miembros de los países del Consejo del Golfo. En los próximos meses veremos si todo vuelve a la normalidad o Catar continúa con una posición neutral entre los dos principales líderes del mundo árabe (mientras intenta consolidar, junto a Turquía, una tercera vía basada en la visión política del islam de los Hermanos Musulmanes).  

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