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China y los lácteos: una oportunidad de inversión perfecta para España

Tiempo ha desde el día en que las autoridades chinas destaparon el escándalo de los lácteos en su economía nacional.

Resulta que en el año 2008 la industria láctea china entró en una crisis de la que nunca fue capaz de recuperarse: representantes de las productoras, en un corrupto acuerdo con miembros del gobierno chino, encargados del control de calidad de productos alimentarios, decidieron aprobar la inclusión de melamina en fórmulas de bebé para dar la sensación de riqueza proteica en sus productos.

La idea se cobró a 300.000 víctimas entre las que se incluyeron a 16 bebés fallecidos y 54.000 hospitalizados por piedras en el riñón y falta de proteínas. Obviamente, la tragedia resultó en una pérdida completa de la confianza hacia la industria láctea china, no solo a nivel internacional, sino también por parte de sus consumidores nacionales.

De acuerdo, ahora podemos entender la historia dentro de un contexto más amplio.

En el año 2001, China entra en la World Trade Organization (Organización Mundial del Comercio) y esto influye ampliamente en el comportamiento de los consumidores chinos. La reducción de las barreras al comercio, una exposición mayor a las culturas occidentales y un aumento del PIB en el país hizo a los chinos cambiar sus hábitos de consumo. Entre ellos, la forma en la que los chinos consumían leche.

Resulta que China nunca había sido un gran fan del consumo de lácteos. Sin embargo, esto cambió a principios del nuevo milenio: los lácteos provenientes de animales ganaron popularidad y dar el pecho a los bebés la perdió.

Entonces, nos encontramos en el año 2001 con un crecimiento nunca visto de la demanda de lácteos en uno de los países más poblados del mundo, que además no tiene una economía de libre mercado… ni vacas. Perfecto.

¿Pudo la economía nacional hacer frente a la demanda? Durante un tiempo. De algún modo se las manejaron para solucionar el problema de la falta de ganado destinado a la producción láctea; pero fue la ya mencionada tragedia del 2008 la que arruinó sus planes de producción nacional de manera irremediable.

Fue así como China se convirtió a inicios de la década posterior en un país con demanda creciente de productos lácteos, sin una industria nacional capaz de proveerlos. O, en otras palabras: en 2010, China se convierte en el mayor importador mundial de leche. Y la tendencia no ha hecho más que aumentar. Durante los primeros 5 años tras la tragedia, el valor de las importaciones chinas de lácteos se cuadruplicó, pasando de 1,8 billones de dólares a 8.5, según datos de la U.S. International Trade Commision.

Y solo al año siguiente, la demanda volvió a aumentar un 103% en yogurt y un 39% en lácteos líquidos. Y se espera que los números sigan creciendo de aquí hasta el 2024.

Pues, en su momento ya se habló en este blog de los efectos de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Y de cómo esto arruinó todos los pactos comerciales y sus relaciones a corto y largo plazo.

En el caso de la industria láctea, las cosas eran un poco diferentes. Los americanos nunca se han enfocado en un crecimiento internacional de su industria láctea. Su punto fuerte son más bien las grasas, especialmente la producción de cremas y helados, y la limitan a una distribución nacional. En el caso de la exportación de lácteos, son la Unión Europea y el sudeste asiático (Australia y Nueva Zelanda) las grandes potencias.

En el caso de los primeros, la producción de lácteos líquidos ultra pasteurizados da lugar a las condiciones perfectas para la conservación y envío de productos que requieren de prolongados periodos de tiempo para llegar a su destino.

Por si no lo sabíais, los europeos somos expertos en hacer que la leche nos dure meses. En el resto del mundo, se suele consumir fresca. De hecho, este es un asunto muy mencionado entro quienes estudian variables del comportamiento del consumidor, sobre todo en Estados Unidos.

Cuando se trata del sudeste asiático, es en las fórmulas de bebé donde tienen el punto fuerte.

Y son esos puntos fuertes los que convierten a la Unión Europea, Australia y Nueva Zelanda en los mayores exportadores de productos lácteos en el mercado chino. Y es precisamente la posición de España en Europa, sumada a los nuevos acuerdos entre los gobiernos chino y español firmados a finales del pasado año, la que nos puede colocar en una posición dominante en la industria láctea en muy poco tiempo.

No solo está creciendo la demanda de lácteos en china, sino, además, su gusto por las industrias alimentarias españolas. Ya somos el mayor exportador de leche dentro de la Unión Europea, además del segundo país en términos de producción.

Las nuevas circunstancias sumadas a nuestras fortalezas tradicionales no hacen sino reforzar nuestra posición como uno de los nuevos socios clave para china en los próximos años. Aunque la información relativa a la industria láctea con respecto a china es todavía escasa entre las fuentes oficiales de nuestro país, ya se han visto grandes marcas de lácteos nacionales rediseñando el packaging de sus productos para adaptarse a las condiciones del mercado chino.

¿Estaremos ante una de las más importantes oportunidades para la industria láctea española? Se verá dentro de poco.

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