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La Estrategia de Seguridad Nacional de Japón: Enfrentando los Desafíos del Indo-Pacífico

Cuando mencionamos el ascenso de China, es complicado no pensar a su vez en su principal rival, Estados Unidos.

Recordamos la narrativa de Trump respecto de la República Popular China y su gobierno, las tensiones entre ambas grandes potencias respecto de la disputa de Taiwán, la guerra comercial y las constantes subidas de aranceles, etc.

Nunca debemos olvidar que esta visión es muy limitada: Estados Unidos no se enfrenta solo a China, sino que lo hace en gracias a una red de alianzas desarrollada durante la Guerra Fría y que el día de hoy se está probando más útil que nunca para asegurar el poder estadounidense en la región.

El Indo-Pacífico (término introducido por la administración Trump y usado por la política Exterior de EEUU para designar una amplia región marítima que incluye a los países asiáticos y oceánicos con costas en los océanos Índico y Pacífico) es una región de enormes dimensiones muy lejos de las costas estadounidenses y donde no existen organizaciones internacionales multilaterales de defensa, como la OTAN.

Es por esto que EEUU depende de sus aliados y socios regionales para ejercer su poder en la región, estos son Australia, Corea del Sur, Filipinas, Tailandia y, el que será el protagonista de este artículo, Japón.

Japón, del militarismo al pacifismo… y viceversa

Durante la 2ª Guerra Mundial, Japón se caracterizó por ser una potencia colonial fuertemente militarista, nacionalista y cercana al fascismo europeo.

Esto acabó en 1945, con las dos bombas nucleares lanzadas por Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki que pusieron el punto final al mayor conflicto bélico de la historia.

A esto siguió una ocupación estadounidense bajo el mando del general MacArthur, cuyas fuerzas colaboraron en la redacción de una nueva constitución para Japón, establecida en 1946, que reformó profundamente el estado japonés a la imagen del modelo estadounidense: creando una democracia liberal con economía capitalista que perdura hasta nuestros días.

Otro de los aspectos fundamentales de esta constitución es su artículo 9, el cual renuncia a la guerra y al uso de la fuerza para solucionar cualquier disputa, prohibiendo el establecimiento de fuerzas militares y estableciendo el pacifismo más estricto como única dirección política.

Esto se reflejó en uno de los protagonistas de la política exterior japonesa posterior a la guerra, el primer ministro Shigeru Yoshida, quien dio nombre a la Doctrina Yoshida, que tomó el crecimiento económico como principal instrumento para aumentar el peso internacional del país, prescindiendo de cualquier aumento de las capacidades militares por el gasto económico que esto supondría así como el potencial rechazo por parte de los países vecinos, algunos de los cuales se habían independizado recientemente del Imperio Japonés cayendo en gobiernos autoritarios de corte nacionalista muy celosos de su soberanía.

Y se generó un problema: Japón no tenía fuerzas militares para enfrentar ninguna amenaza externa, algo que podría ser potencialmente un gran problema en el contexto de la Guerra Fría, especialmente teniendo en cuenta que la Guerra de Corea se estaba produciendo a pocos kilómetros de su costa.

Esto llevó a presiones estadounidenses para la creación de un ejército, a pesar del ya mencionado artículo 9.

Esta situación tuvo dos consecuencias:

Firma de un tratado bilateral de seguridad entre EEUU y Japón

En primer lugar, en 1951, se firmó un tratado bilateral de seguridad entre EEUU y Japón que permitió el establecimiento de bases militares estadounidenses en territorio nipón, a la vez que se delegaba en EEUU la defensa de Japón, estrechando la relación con el gigante norteamericano, que pasaría a ser el principal proveedor de seguridad para Tokio.

Este tratado se reformaría en 1960, comprometiendo a Japón a una ayuda mutua en términos de iguales, estableciendo una alianza militar con EEUU. Este tratado se mantiene hasta nuestros días[2].

Fundación de las Fuerzas de Autodefensa Japonesas

Como segunda consecuencia, en Japón, se revisaría la interpretación de este artículo 9, llevando a la fundación de las Fuerzas de Autodefensa Japonesas en 1954.

Se interpretó que el artículo no prohibía el establecimiento de fuerzas únicamente destinadas a la defensa y que estas fuerzas de autodefensa no son fuerzas de tierra, mar ni aire, en los términos prohibidos por la constitución, sino extensiones de la fuerza nacional de policía.

Este statu quo, que protegía a Japón durante la Guerra Fría, dependía de la importante presencia norteamericana en la región, motivada por la posición estratégica de Japón frente a de principales potencias del bloque comunista, China y la Unión Soviética.

Caída del bloque del Este

En 1991 se produjeron dos hechos clave.

Con la caída del bloque del este, EEUU perdería parte de sus intereses en la región y Tokio reconocía que, para garantizar su defensa como una gran potencia económica, sería necesario participar de forma activa en esfuerzos de seguridad colectiva.

Esto nos lleva al segundo hecho clave, la guerra del Golfo.

La guerra del Golfo

Una nueva controversia nacería entorno al artículo 9 con la petición de asistencia militar, de EEUU a Japón.

Los japoneses no enviaron tropas por la prohibición del uso de la fuerza contenido en el artículo 9 de su constitución, aunque se aportó un generoso paquete de ayuda económica.

La guerra del golfo era de gran importancia para Japón, ya que era precisamente de esta región de donde procedía la mayor parte del petróleo importado por el país.

A esto hemos de sumarle otros sucesos, como el terremoto de Kobe de 1995 o los atentados con gas sarín en el metro de Tokio en 1995.

También se dieron los primeros misiles norcoreanos sobrevolando territorio japonés en 1998 e, incluso, los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.

Japón era cada vez más consciente que se enfrentaba a un mundo que presentaba nuevas amenazas y que no estaba listo para hacerles frente. Había que tomar nuevas medidas.

Desde 2001

En 2001, esta situación se modificó con una nueva ley que amparaba la intervención internacional en casos de lucha antiterrorista.

A pesar de ello, la intervención de 9.600 militares japoneses como apoyo humanitario en la Guerra de Irak, fue considerada inconstitucional por los tribunales japoneses.

Esto cambiaría radicalmente con una nueva ley en 2007 que reformaría las cláusulas más pacifistas de las leyes de las fuerzas de autodefensa de Japón, permitiendo la intervención internacional sin restringir su actividad a actos directamente vinculados a la defensa nacional.

A esto le seguiría en envío de tropas japonesas para la lucha contra la piratería en Somalia en 2009 y el establecimiento de una base militar de ultramar en Djibouti en 2010.

A todo este proceso, le siguió un progresivo aumento del presupuesto militar según la economía japonesa crecía (la economía japonesa pasó de estar completamente devastada en 1945 a ser la segunda economía mundial en 1968, estancándose en la década de 1990 hasta la actualidad).

Las fuerzas de autodefensa japonesas habían pasado de no existir a ser una fuerza militar muy similar a cualquier otro ejército convencional.

El papel de Shinzo Abe

Shinzo Abe, una figura destacada en la política japonesa, ha dejado un profundo impacto en la seguridad nacional del país. Como primer ministro en dos períodos no consecutivos, de 2006 a 2007 y luego de 2012 a 2020.

Es conocido por sus “Abenomics”, una serie de reformas económicas centradas en el expansionismo monetario, el estímulo fiscal y la promoción del libre comercio internacional para sacar a Japón del estancamiento económico en el que se encontraba desde la década de 1990.

En política exterior y de seguridad, Abe ha promovido una serie de medidas para fortalecer las capacidades defensivas de Japón en un contexto geopolítico cada vez más desafiante.

Entre sus contribuciones más notables se encuentra continuar la progresiva reinterpretación del artículo 9 de la Constitución japonesa, permitiendo una mayor flexibilidad en el despliegue de las Fuerzas de Autodefensa de Japón en operaciones internacionales.

2015, Ley para la autodefensa colectiva

Particularmente, en 2015, se promulga una nueva ley que regule la autodefensa colectiva.

Esta establece tres requisitos para el envío de tropas al exterior:

  • Que exista una amenaza real para la supervivencia de Japón como estado.
  • Que no existan otros medios posibles para afrontar la amenaza.
  • Que el uso de la fuerza se mantenga al mínimo dentro de lo posible.

Además, Abe ha abogado por un aumento significativo en el presupuesto de defensa del país, así como por la modernización de sus fuerzas armadas para hacer frente a las crecientes amenazas regionales, en particular la creciente asertividad de China en los mares de China Oriental y de China Meridional.

Del mismo modo, Abe dirigió buena parte de sus esfuerzos a reforzar la alianza entre Japón y Estados Unidos, aún clave para la seguridad japonesa, y con un interés reforzado en la región desde la presidencia de Barack Obama motivado por el ascenso de China.

Abe fue un apoyo clave a la iniciativa estadounidense del TPP (Trans-Pacific Partnership), un ambicioso tratado de libre comercio con un gran grupo de países asiáticos y americanos con costas en el Pacífico que buscaba establecer una estructura para el comercio en el Pacífico promovida por EEUU que incluyese a China y dificultase a este país establecer lazos regionales al margen de Washington.

Esta iniciativa acabaría siendo fútil, al no recibir apoyos en el congreso estadounidense y siendo ampliamente criticada por Donald Trump, siguiente presidente de EEUU, que no continuó los esfuerzos de su predecesor en estrechar las relaciones con los aliados asiáticos.

Siendo así, ante una alianza cada vez más incierta con EEUU, Shinzo buscó en fortalecer las relaciones bilaterales y vínculos defensivos con otros socios, como Australia, Nueva Zelanda o Corea del Sur y tuvo un papel protagonista en la creación del Diálogo de seguridad Cuadrilateral (más conocido como “Quad”), junto con Australia, India y Estados Unidos: un foro informal que fomenta el diálogo entre estos Estados en temas de defensa como instrumento para perseguir una estrategia indo-pacífica que pueda contrarrestar los asertivos esfuerzos diplomáticos chinos.[7]

Relaciones China y Japón

Tensiones crecientes entre China y Japón

Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón y China no establecieron relaciones diplomáticas hasta 1972 (tras la derrota de las fuerzas nacionalistas en la Guerra Civil China en 1949 y su exilio en Taiwán, Japón únicamente mantenía relaciones diplomáticas con el gobierno de Taipéi hasta esta fecha), lo que marcó el comienzo de una nueva era en sus interacciones.

Sin embargo, las tensiones surgieron en la década de 1980 debido a las visitas del entonces Primer Ministro japonés, Yasuhiro Nakasone, al santuario Yasukuni, que honra a los soldados japoneses caídos, incluidos los criminales de guerra de la Segunda Guerra Mundial.

Estas visitas provocaron la ira en China y Corea del Sur, lo que llevó a tensiones diplomáticas.

Década de 1990

En la década de 1990, las relaciones entre Japón y China mejoraron significativamente, especialmente en el ámbito económico.

Japón se convirtió en uno de los principales inversores extranjeros en China, mientras que China se benefició del conocimiento tecnológico y la inversión japonesa.

Sin embargo, las tensiones resurgieron a fines de la década de 1990 debido a disputas territoriales sobre las islas Senkaku (Diaoyu en chino), en el Mar de China Oriental, que de facto son controladas por Japón pero ambos países reclaman como suyas.

Década de los 2000

En los años 2000, las relaciones económicas entre Japón y China continuaron siendo fuertes, pero las tensiones políticas persistieron, especialmente en torno a las disputas territoriales y las preocupaciones sobre el crecimiento militar chino.

Japón expresó su preocupación por el aumento del gasto militar chino y su creciente presencia en el Mar de China Meridional, mientras que China criticó la revisión de la constitución pacifista de Japón y su papel en la seguridad regional.

Década de 2010

Las tensiones entre Japón y China alcanzaron un punto álgido debido a las disputas sobre las islas Senkaku y el aumento de la actividad militar china en la región.

En 2010, un barco pesquero chino embistió un buque de la guarda costera japonesa al no reconocer la autoridad de estos en las aguas territoriales correspondientes a las islas Senkaku, un incidente similar se repetiría en 2020.

La nueva estrategia de seguridad nacional japonesa

Los nuevos desafíos y la seguridad internacional dependen del Indo-pacífico y pasan por puntos clave para la seguridad japonesa, por lo que, siguiendo el legado de Abe, se siguen presentando nuevas iniciativas y se diseña una nueva política exterior que responde a las circunstancias contemporáneas, todo esto se ve reflejado en La Estrategia de Seguridad Nacional de Japón, publicada en 2020.

Este documento proporciona una visión clara de las preocupaciones de seguridad del país.

El documento enumera las principales amenazas percibidas, así como medidas para una política de defensa preparada para responder a ellas.

Preocupación sobre China

Una de las principales preocupaciones es el crecimiento opaco del presupuesto de defensa chino, que ha experimentado un aumento exponencial en las últimas décadas.

Este aumento plantea interrogantes sobre los objetivos de la política exterior china y su impacto en el equilibrio de poder en la región.

La agresividad de China en los mares circundantes, especialmente en aguas fundamentales para la seguridad económica japonesa, y su uso de medidas de coerción económica (como las sufridas por el propio Japón respecto de la exportación de tierras raras) también generan inquietud en Japón, debido a la ya mencionada disputa sobre las islas Senkaku.

Además, el aumento de la presión china sobre Taiwán, una democracia cercana a Estados Unidos y próxima a las islas Senkaku, ha sido reconocido por primera vez como una amenaza directa por parte de Japón.

Esta situación plantea serias implicaciones para la estabilidad en el este de Asia y la seguridad de Japón.

Corea del Norte y Rusia

Corea del Norte, con su amenaza nuclear y química, y Rusia, vista como un riesgo debido a su invasión de Ucrania y sus lazos con China, también representan preocupaciones para la seguridad japonesa.

Desafíos en materia de seguridad

La estrategia también menciona preocupaciones no estatales, Japón enfrenta desafíos en materia de seguridad económica, ciberataques y terrorismo, que requieren una respuesta efectiva por parte de su política de defensa.

Estrategia de Japón

Ante este panorama, Japón se define como una potencia civil, creyente en un sistema internacional basado en normas (de una forma muy similar a la Unión Europea) y sin identidad militarista.

En base a estas características identitarias, y como primera medida para garantizar la seguridad japonesa, se defiende como principal proyecto el mantenimiento del “Indo-Pacífico libre y abierto” (lema ahora asumido por la política exterior estadounidense).

Siendo una región clave para el comercio y la seguridad internacional, se pretende promover una libre navegación marítima basada en el derecho internacional, como respuesta a la presión china para controlar estos mares de su alrededor.

La estrategia de seguridad nacional de 2022 también incluye un decisivo fortalecimiento de las capacidades de disuasión y una dotación cada vez mayor a las fuerzas de autodefensa, que convertirá a las fuerzas de autodefensa japonesas en el 3er mayor ejército del mundo.

Por último, se destaca la necesidad de fortalecer los vínculos defensivos con EEUU y otros socios regionales, como Australia, con quien la relación es especialmente estrecha, celebrándose encuentros entre los ministros de exteriores y defensa de ambos países con asiduidad.

Por otro lado, frente a China, la prioridad es la distensión y la disuasión, para evitar amenazas militares pero también económicas, dados fuertes vínculos entre ambas economías.

Conclusiones sobre la Estrategia de Seguridad Nacional de Japón: Enfrentando los Desafíos del Indo-Pacífico

Una Política Exterior que se adapta a un mundo cambiante

A lo largo de las décadas, Japón ha experimentado una transformación significativa, desde su prohibición constitucional del uso de la fuerza hasta su gradual reinterpretación para permitir una participación más activa en la seguridad internacional.

El liderazgo de figuras como Shinzo Abe ha sido fundamental en este proceso, promoviendo reformas y fortaleciendo la alianza con Estados Unidos, mientras busca diversificar sus relaciones regionales.

Sin embargo, el panorama de seguridad sigue siendo complejo, con tensiones persistentes en torno a disputas territoriales y el crecimiento del poder militar chino.

En respuesta, Japón ha delineado una nueva estrategia de seguridad nacional, centrada en el mantenimiento de un Indo-Pacífico libre y abierto, el fortalecimiento de sus capacidades de disuasión y la colaboración estrecha con sus aliados regionales.

En última instancia, el compromiso de Japón con la paz y la estabilidad en la región continúa evolucionando para hacer frente a los desafíos presentes y futuros.

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